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Si puedes detectar el sexto sabor te salvas de la obesidad

Quienes detectan con mayor fuerza el sabor de la grasa son más delgados según este estudio.

La lengua detecta varios sabores. Cinco, por lo menos eso se sabía hasta ahora:  ácido, amargo, dulce, salado y umami, identificado por el investigador japonés Kikunae Ikeda, a comienzos del siglo 20, común en el sabor de los espárragos, tomates, quesos o carnes, el cual no puede ser encasillado.

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Pues bien, faltaba uno muy importante en esta gama que podría definir nuestra calidad de vida dado a que marcaría nuestros hábitos alimenticios. La grasa es el sexto sabor según Russell Keast y sus colegas de la Universidad de Deakin en Melburne (Australia).

De los 50 sujetos estudiados los que eran más sensibles al sexto sabor, tenían esta destreza relacionada con su peso corporal y hábitos alimenticios. En pocas palabras, eran más delgados que quienes tenían dificultades para sentirlo. “Los sujetos más sensibles a las grasas, que las detectan en bajas concentraciones en los alimentos, consumen menos cantidades y son más delgados que quienes tienen dificultades para detectarla”, explica Keast.

No es entonces que te guste la manteca chorreando en las distintas preparaciones, sino que todo lo contrario. No la sientes y por eso la comes con más abundancia.

El sistema gustativo, vinculado por ejemplo al “buen paladar” o “buen gusto”,  que generó una suerte de estratificación de las preferencias en nuestra alimentación (soy más o menos fino si me gusta cierto alimento), hoy nos da la sorpresa de que está sujeto por una determinación biológica. La naturaleza siempre manda.

Fuente: El sexto sabor: la grasa (Vanguardia)

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