Entre los nutrientes principales, según la definición de nutrición podríamos incluir también el agua, aunque no tiene una presencia de alimento como tal ni tampoco tiene poder energético ni tan siquiera se pueda incluir en el grupo de los minerales o vitaminas, como es lógico por otra parte. El agua es esencial para la vida y para que se produzca la absorción de nutrientes. Es el elemento más abundante del organismo del ser humano y habitualmente también en los alimentos.
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¿Cuánta agua tenemos?
En orden cuantitativo de importancia debemos citar el agua como el componente más abundante (65-70% del peso corporal), aunque esta proporción varía en función de otro componente importante de nuestra constitución anatómica que es la grasa (15-40%). La relación entre ambas sustancias es inversamente proporcional en porcentaje, de tal forma que cuando aumenta el porcentaje de grasa corporal el resto de componentes han de disminuir y el que más lo acusa es el mayoritario, es decir el agua.
Esto no significa que un ser humano pueda disminuir su contenido hídrico sin repercusiones, eso sí, hasta cierto punto. Se considera que una pérdida de un 10% del agua corporal (obviamente sin que varíe el componente graso) puede ser letal. No así la grasa que puede disminuirse hasta llegar a tener tan sólo 1 Kg de grasa sin que se comprometa la vida por esta pérdida concreta.
La importancia del agua para nuestro cuerpo
La principal utilidad fisiológica, del agua como comentamos al principio de la entrada, es la de servir de medio en el cual se producen prácticamente la totalidad de las reacciones orgánicas en los seres vivos. Pero esa no es la única función del agua en el ser vivo, siendo también reactivo o producto de reacción de dichos procesos bioquímicos. Es decir que en muchos de los procesos metabólicos que se producen en nuestro cuerpo el agua reacciona con otras sustancias para generar un compuesto diferente, o al contrario, de alguna reacción (por ejemplo en el catabolismo de los principios inmediatos) se produce agua.
También forma parte integrante de macromoléculas biológicas como ácidos nucleicos, proteínas o glucógeno. En estos casos el agua hidrata y estabiliza a los compuestos de tal forma que si se produce una deshidratación la molécula en cuestión se puede volver inestable.
El agua es además en el ser humano y numerosos animales terrestres un medio ideal de eliminar las sustancias químicas más peligrosas generadas en su interior (urea, ácido úrico, creatinina). Nuestra orina, no es un simple medio de eliminar el exceso de agua ingerida, sino que es una vía de excreción preferente no sólo de las sustancias antes mencionadas, sino también de otros compuestos que el organismo no puede catabolizar.
Además el agua, permite una más fácil incorporación de las sustancias nutritivas al interior del organismo. Es un medio fácil por el cual se vehicula las sustancias que han de favorecer la descomposición de los alimentos en moléculas absorbibles.
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Otra de las múltiples funciones del agua es la de poder disipar calor del organismo mediante su evaporación (580 Kcal./L). Gracias a ello el hombre y los animales exponemos superficies húmedas (nuestra piel sudorosa, o la lengua y la mucosa bucal) a ambientes secos y calurosos para provocar la evaporación del agua en dichas superficies, lo cual produce un secuestro de calor corporal que permite enfriarlo. En esto se basa en los humanos el mecanismo de sudar ante el calor, o en los perros jadear con la boca abierta y la lengua fuera.
Debemos añadir a sus funciones la de servir de protección a estructuras externas del organismo per sé (en forma de amortiguación) o vehiculando sustancias con este cometido (como las lágrimas).
Mencionaremos como última función (aunque podrían enumerarse otros), la de vehicular las sustancias nutritivas para toda la economía orgánica, además de entes defensivos de la misma a través de la sangre y otros líquidos orgánicos.
El agua es necesaria, muy necesaria. El elemento esencial donde se da la vida y sin ella no existiría.