La semana pasada tuvimos la oportunidad de ver Calafate, un documental que narra la triste historia de aborígenes fueguinos, en el marco del Festival de Documentales en el Parque Forestal, en Santiago de Chile.
Distintas tribus del mundo fueron tratadas como animales de zoológico en el Jardín de Aclimatación de París, por los años 1880, cuando la moda en el “Primer Mundo” era el evolucionismo propuesto por Darwin, y sentar las diferencias entre el mundo blanco y moderno y el primitivo y oscuro mundo salvaje.
Fueron tratados mal. Tan mal que muchos murieron de disentería y hasta sífilis al ser abusados. Y a pesar de la gravedad de este secuestro, pues eso fue lo que les ocurrió a estos aborígenes, el gobierno de Chile fue garante de la situación.
Hoy sucede algo similar en esencia (que el hombre desarrollado quiera ver cómo otros hombres viven en estado salvaje) claro que algo edulcorado por los avances en materia de Derechos Humanos y servicios turísticos. Sin embargo, sigue siendo preocupante ya que afecta la el estilo de vida de estas personas, su cultura y su salud.
Me refiero a los denominados “safaris humanos”, en donde los clanes o tribus, son tratados como atracción turística por operadores que acarrean hasta el sector en donde se desenvuelven a los curiosos con complejo de antropólogos y etnógrafos.
Un escándalo se desató cuando se descubrió por la prensa que en las Islas Andamán, en la India, los operadores de turismo están en connivencia con la policía para ofrecer vistas de un grupo indígena, los jarawa, que sólo han tenido contacto con el mundo exterior desde finales de los década de 1990.
Lo mismo sucede con los Mascho-Piro, luego de que Survival International publicara unas fotografías, describiéndolas como “el más detallado avistamiento de indígenas no contactados grabado por una cámara”. Las imágenes, tomadas con la ayuda de un teleobjetivo, muestran a una familia de indígenas no contactados en el Parque Nacional de Manú, en la remota región sureste de Perú (en la frontera con Brasil), en el sector del Río Madre de Dios, uno de los deltas del Amazonas.
Este hecho, hizo que los interesados en ver a la tribu aumentaran a lo que también aumentaron los operadores que quieren redituar mediante el “etnoturismo”. Ante esto el gobierno del Perú, por medio de la vocera Mariela Huacchillo, funcionaria del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado, declaró que los miembros de la tribu “intentaban permanecer al margen del mundo exterior” e instó a los curiosos a no tratar de establecer contacto con la tribu.
Pero se han hecho “oídos sordos” y se ha desatendido esta prohibición.
Por lo menos esta vez, las autoridades desaprueban esta manera de hacer popular la zona, desincentivando que los turistas fotografíen a estos seres humanos como si se tratara de un guacamayo o un jaguar, y lo que es más importante, hagan contacto infectándolos con enfermedades a las que ellos no presenten inmunidad.
¿Qué opinas tu de esto? ¿qué te parece que seres humanos vean a otros como una curiosidad turística?
Fuente: ‘Human safaris’ pose threat to uncontacted Amazon tribe (The Guardian)