La senadora designada Ena Von Baer ya ha sido cuestionada por su participación en la empresa Semillas Baer, que controla cerca del 50% del mercado nacional de semillas transgénicas. Después de la aprobación del convenio UPOV91, esta empresa se proyecta como una de las mejores del mercado agrícola.
Dos años antes de la aprobación de este proyecto, una abogada llamada Mayra Feddersen, intentó conocer la ubicación de las plantaciones transgénicas en Chile, solicitando al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) la información. Aplicando la ley, este organismo preguntó a las empresas si tenían alguna objeción para dar a conocer la ubicación de las plantaciones, y claro que la tuvieron, ya que se negaron a entregar cualquier tipo de información.
Lo que hizo la abogada entonces, fue presentar un recurso al Consejo para la Transparencia (CPLT), quienes hace más de 1 año, en julio de 2010, decidieron que la información debía ser de conocimiento público. Desde ese momento que el SAG está intentando conocer esta información, pero tanto Semillas Baer como la empresa Monsanto, de pésima reputación internacional, han recurrido a la justicia para dejar sin efecto la decisión del CPTL.
El sitio web del periódico online The Clinic publicó un requerimiento que Erik Von Baer, padre de la senadora, presentó al Tribunal Constitucional, solicitando que la información no sea de conocimiento público. Esto se suma a las acciones de Monsanto, quienes solicitaron a la Corte de Apelaciones de Santiago lo mismo: que el lugar de los cultivos se mantenga en secreto.
Si bien es cierto que a muchos de nosotros la incorporación del convenio UPOV91 nos parece mal, nunca pensé que el secretismo dentro de la industria fuera tan fuerte. Me pregunto de qué tendrán miedo, si de que les quemen los cultivos o de sufrir otro tipo de atentados, o de que la población vea quizás qué cosas en la plantación. Imagino árboles mutantes o manzanas fosforescentes. Ojalá no sea para tanto.
Vía theclinic.cl