Una vez más nos encontramos frente al impacto de las obras viales en zonas protegidas por su exuberancia. Esta vez parece ser el turno del TIPNIS, que es territorio indígena; una razón más para respetarlo, aunque parece suceder todo lo contrario.
Y aunque ha sido nombrado Parque Nacional en la década de los 90 por el Estado Boliviano y es la Reserva mejor conservada en Sudamérica, hoy por hoy una carretera pretende atravesar lo que es la parte baja de los ríos Sécure e Isiboro, los bosques que siguen su curso, considerables extensiones de sabanas que ofrecen la reproducción diversos tipos de pasto, entre ellos el “ciervo de pantanos” y la presencia de lagunas, siendo donde peces, reptiles, aves y tortugas tienen un perfecto pero frágil ecosistema.
La construcción de una carretera convencional puede afectar las fuentes de agua compuestas por ríos y arroyos, de los que depende la recarga acuífera, esencial para mantener la humedad que permite las particularidades silvestres del hábitat; en este lugar es donde el oso andino en extinción posee sus circuitos de reproducción. Imagínense, sin agua y con vehículos y voyeros dando vueltas, como será de difícil amarse para esta especie.
De nuevo veremos cómo los intereses, esta vez de conectividad, se contraponen a los de la flora y fauna, además de la soberanía de los pueblos nativos. Esperemos que el curso de las aguas no sea interrumpido y finalmente se llegue a buen puerto.
Fuente: Bolivia frente a los impactos ambientales de partir en dos la Reserva Natural mejor conservada de sudamérica Anca 24