La molestia de los manifestantes, que llevan congregados en las afueras de la Casa Blanca desde hace dos semanas de forma ininterrumpida, responde a la construcción de un gasoducto, actualmente pendiente de aprobación, que llevará el más asqueroso alquitrán de arenas petrolíferas desde Alberta, Canadá, hasta las refinerías estadounidenses a lo largo de la costa del Golfo, a 1.700 millas de distancia.
La eficiente represión de las fuerzas gubernativas lleva un saldo de más de 1.250 personas detenidas en lo que va de las protestas, arrestados justo fuera de la puerta que separa la avenida de Pennsylvania y la residencia del presidente Obama.
McKibben, uno de los principales defensores del medio ambiente, ha sido portavoz clave del movimiento que quiere interferir en la aprobación del oleoducto. Jugando un papel decisivo en la organización, movilización y difusión del evento declara que “el trabajo está lejos de haber terminado”.
Aquí, se dirige a una multitud reunida para un mitin para conmemorar el final de esta ronda de acción:
