Cuando, hace unos meses, una nube tóxica penetró en la escuela La Greda, en Ventanas, las empresas del sector rápidamente afirmaron no tener nada que ver con el incidente. A las semanas, se supo que los gases habían emanado de la industria que Codelco tiene en la zona, una de las más contaminadas del país.
Esta vez fue en la ciudad de Quintero, ubicada en la misma bahía pero a unos poco kilómetros, que un grupo de niños de 4 colegios fueron trasladados a hospital con vómitos, náuseas, dolores de cabeza y picazón en la garganta. Los colegios fueron evacuados y los niños se recuperan satisfactoriamente en el hospital.
La medida que ha tomado la municipalidad para que esto no se repita, por lo menos en el corto plazo, es suspender las clases en los cuatro colegios afectados, hasta que se determine y sancione a quien haya provocado el problema, a la industria de la que haya emanado los gases tóxicos. Aun ahora, no se sabe con qué se intoxicaron los niños, pues los aparatos muestran una alta concentración de un material indeterminado en el aire, pero aseguran que olía a fósforo quemado o azufre.
La refinería de Codelco Ventanas ya ha descartado su participación en el suceso, y la Ministra del Medio Ambiente viajó de urgencia a la ciudad, para visitar a los niños en el hospital. El problema muchas veces en nuestro país es que las medidas se toman al revés: en vez de suspender las clases en los colegios, ¿por qué no se suspenden las actividades industriales?
Los niños no podrán ir a clases hasta que se determine quién emitió los gases, cuando deberían ser las industrias (agrupadas en ASIVA) las que detengan sus tareas hasta que se encuentre un responsable y una solución para el problema. Por otro lado, es Estado debería de una vez por todas fiscalizar eficientemente esta zona, que hace varias décadas perdió su potencial turístico, y que está más contaminada que cualquier otro lugar de Chile.