Cuando hablamos de ecología, de vivir de forma sustentable, de cuidar el medio ambiente, muy pocas veces se trata el tema de lavar la ropa. Lo cierto es que llenar una lavadora con ropa, con un montón de detergente y ponerla en funcionamiento, gasta unos 150 litros de agua limpia, y la convierte en agua sucia, llenándola de mugre y detergente.
Hay diversas formas de hacer más sostenible el uso de la lavadora. La mayoría de las máquinas hacen varios ciclos. Primero, en el lavado mismamente, el agua se mezcla con detergente y la lavadora revuelve la ropa un rato, poniéndose muchas veces el agua oscura. Esa agua no es muy reutilizable, pero después la máquina se vuelve a llenar de agua y a botarla por la cañería, para enjuagar.
En esas rondas se puede guardar el agua (en una tina o una batea grande) y luego usarla para las primeras vueltas de siguientes lavados. El agua guardada puede usarse también para fregar el piso o incluso, dependiendo de cómo esté, para regar las plantas del patio.
Otro consejo de los más comentados es utilizar la lavadora sólo cuando se pueda hacer una carga completa. No tiene sentido gastar 100 litros de agua en lavar una polera y dos calcetines. Basta con depositar la ropa en la lavadora y no echarla a andar sino hasta que esté llena.
Tampoco hay que olvidar que las lavadoras y secadoras usan mucha electricidad. Por eso, en el verano, o en los días de calor, olvídate de la secadora y cuelga la ropa al sol. Además, puedes probar la ‘novedosa’ tarea de lavar ropa a mano, actividad, aunque cansadora, muy refrescante para un día de calor.
También tienes que lavar la ropa sólo si está realmente sucia. Si usaste una camisa por un rato de la tarde, una o dos horas, no va a estar lo suficientemente sucia como para que valga la pena meterla a la lavadora. En ese sentido, también puedes procurar no ensuciar mucho la ropa.
Quisiera terminar recordando al estudiante canadiense que no lavó ni se cambió sus pantalones en 450 días. Durante los 15 meses, el joven de origen oriental usó los pantalones todo el día, durmió con ellos, se secó el sudor de las manos, y no tuvo ningún problema higiénico. Su conclusión fue que no era necesario lavarlos sino una vez al mes.