En estas últimas décadas es donde más se ha podido registrar el deterioro de nuestros recursos naturales, siendo visible la vulnerabilidad de la población ante fenómenos como la sequía.
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Muchas personas del Norte Chico viven su propia batalla silenciosa a las consecuencias del tan nombrado calentamiento global. Desde hace más de una década, los períodos secos en estas zonas han aumentado su frecuencia, impidiendo la recuperación de las napas subterráneas. La sequía es un fenómeno poco definido e investigado y también escasamente percibido por la población urbana, sin embargo muchas personas conviven con este problema diariamente. En la región de Coquimbo, recientes reportes dan cuenta de un déficit pluviométrico en el 2009 que fluctuó entre 17% y 74%. Con su foco más crítico en las comunas de Combarbalá, Punitaqui y Canela.
Los efectos de esta sequía son visibles en la agricultura local y en las muchas personas que deben depender de la entrega semanal de contenedores de agua como única forma de apalear sus necesidades básicas de abastecimiento de agua.
Es tanta la escasez de precipitaciones de estas zonas, que el Ministerio de Agricultura declaró, el 11 de febrero, el sector cercano a Coquimbo como zona de emergencia agrícola. Esta declaración tiene el objetivo de apoyar a los productores del Secano, medidas que junto a otros organismos públicos de la región buscan responder a las demandas relacionadas con el riego y la alimentación animal y apícola para el sector agropecuario.
Todo nos hace pensar que la crisis climática está empeorando y continuará haciéndolo, a no ser que tanto nosotros como autoridades emprendamos acciones que corrijan esta crisis de gestión de recursos hídricos, ya que la verdadera problemática la viven aquellos pueblos más pobres y que dependen de la utilización de estos recursos para su sobrevivencia.
Fuente: Revista Nuestra Tierra
