La ingeniería ambiental y sanitaria chilena está cerca de culminar con el saneamiento del Mapocho un proceso que marcó las últimas dos décadas, hacerse cargo de nuestras aguas servidas. Como dicen algunos, en los países subdesarrollados, no tomes el agua, en los desarrollados, no respires el aire, queda patente que nos queda otro desafío importante. Además nuestra institucionalidad ambiental no ha podido todavía ayudar al manejo de residuos sólidos, demostrado por el recurrente problema de los basurales clandestinos.
La descentralización del problema de manejo municipal de nuestra basura sigue siendo nuestra postal de bienvenida al mundo (al costado de la Costanera Norte, entrando a Santiago desde elaeropuerto), sin duda una que muestra que este país ha logrado mucho en el ámbito económico, pero que mantiene legados del subdesarrollo.
Los desafíos que quedan son muchos. Para enfrentar el cambio climático debemos inventar formas de transportarnos, calefaccionarnos, vestirnos, comer, que reduzcan las emisiones en cerca de 80% al 2050. En materia de contaminación atmosférica hemos enfrentado un desafío de los más avanzados: hacernos cargo del material particulado fino, MP2.5.
Desde el ’89 hemos reducido esta fracción en más de 60%. Pero para cumplir nuestras metas (que evitarán un numero de muertes por contaminación equivalente a los cerca de 5000 personas anuales que mueren por accidentes de tránsito) debemos reducir nuestros niveles en casi todas las ciudades de Chile a casi la mitad.
En ciudades como Santiago nos veremos obligados a usar las formas más limpias disponibles de calefaccionarnos y transportarnos. En ciudades del sur, donde la calefacción por leña domina las emisiones significa cambiar nuestros sistemas en forma profunda. Nuestro presente de calidad de aire, y nuestro clima futuro nos obliga a algo que se puede resumir en dos palabras: Reinventar el fuego. El término, definido por Amory Lovins, habla de que considerando sólamente 4 cc de cada litro quemado de bencina de un auto nos mueve de un punto A a B (el resto mueve al auto, o causa contaminación), considerando de que una estufa a leña emite al día lo mismo que un auto en un año.
Significa ver la eficienca energética como una forma nueva de energía renovable. Y nos llama a repensar nuestra forma de tratar aguas, obteniendo energía de ellas en vez de gastar energía en su tratamiento. Reinventar el fuego, será la única forma de reducir emisiones de gases de efecto invernadero en 80% al 2050, o precursores de MP en 70% al 2032.
Columna de Marcelo Mena (Latercera.com)