Una buena y densa espuma siempre será una señal de una buena cerveza. Pero, ¿cuáles son las características de la espuma que la hacen un componente importante para la calidad de esta bebida? Conócelas aquí.
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La espuma varía según el tipo de cerveza. Puede ser grande y voluminosa, que incluso se salga de los bordes del vaso, o bien una espuma suave y de textura más cremosa, como la de las cervezas stouts (la clásica Guiness). Incluso se pueden diferenciar por el tipo de marcas que dejan en el vaso, si son más definidas, van dejando anillos y las menos consistentes, dejan sólo algunas manchas.
La espuma es producida por burbujas de dióxido de carbono (CO2) que llegan a la superficie de la bebida y van explotando. Hay dos maneras de obtenerla, naturalmente, a través de una fermentación natural donde la levadura libera el alcohol y el dióxido de carbono en la bebida, descomponiendo los azúcares y almidones de la malta, o mediante la inyección de CO2. La densidad y duración de la espuma estará determinada por el tipo de malta y de granos que se usaron en su elaboración. Particularmente, la malta tostada, la cebada y el trigo en hojuelas aumentan el nivel de espuma en una cerveza. Los lúpulos, por su parte, ayudan a las cervezas más amargas, como la India Pale Ale a tener un alto nivel de espuma. Sin embargo, las altas concentraciones de alcohol disminuyen la cantidad de espuma presente.
Para los cerveceros la espuma es parte fundamental de esta bebida. Y es que es ella la que mantendrá la complejidad aromática de la cerveza, ayudando al consumidor a disfrutar de las notas aromáticas y gustativas de cada cerveza en particular. Cuando se forma la espuma, las burbujas de dióxido de carbono suben a la superficie y explotan, y asi la bebida libera todos los aromas presentes.
Además, la espuma es la que protege a las cervezas de la oxidación, lo que pasa cuando queda en contacto con el aire por mucho tiempo y va cambiando el sabor de la cerveza. Al haber siempre presente una capa de espuma, por más fina que esta sea, se evita el contacto del líquido con el aire, y esto nos sirve para que la bebida no se oxigene y no pierda el gas tan rápido, ni su sabor original.
Otro factor que no hay que olvidar para poder disfrutar de una buena espuma, es que el vaso donde se sirva la cerveza esté limpio. Los residuos como aceite, grasas o detergentes pueden matar la espuma de la cerveza.
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Fuente: Beer Universe y The Beer Box