Las recetas de pan en un blog pueden llegar a ser las más complicadas de hacer para muchos de los que nos visitáis, en especial debido a la terminología que se emplea y por los ingredientes, que la mayoría de los casos son específicos y requieren ser usados de una forma determinada. Esto suele pasar de una forma clara con el pan y las levaduras que se utilizan para hacerlo.
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Estas levaduras suelen ser de tres tipos, cada una viene presentada de una forma, cada una se utiliza de una forma y cada una requiere un cuidado diferente.
Por un lado nos encontramos con la levadura prensada. También se la conoce como “levadura de cerveza” o “levadura fresca”. Se comercializa en forma de bloque, está húmeda y viene viva. Los pros son que produce más gas que otras levaduras y lo malo es que se tiene que conservar en el frigo y además tiene una caducidad muy corta. Además, hay que disolverla primero en líquido para usarla.
Después tendremos la levadura seca activa. También se conoce como “levadura seca” (tal cual) o “levadura deshidratada”. Se deshidrata cuando ha fermentado. Lo pros son que se puede conservar durante meses y almacenar a temperatura ambiente. Los contras, comparándola con otras levaduras, es que hay que rehidratarla primero en líquidos templados antes de añadirla a la masa. Además de que si la rehidratamos a temperatura baja no conseguimos que se active bien y podría darnos fallos. Se suele añadir la mitad de esta levadura que si fuese levadura fresca.
La levadura instantánea seca o levadura de panadería instantánea se somete a una deshidratación más rápida que la anterior que forma unos bastoncillos como los de la imagen. Estos bastoncillos son porosos y absorben el agua de mejor forma, tanto que no necesita rehidratación y por lo tanto se puede mezclar directamente en la masa. Además podemos utilizar 1/3 de la cantidad de levadura que nos indique la receta (si esta es levadura fresca).