Vivimos en un mundo que parece tener relojes para todo: la edad ideal para estudiar, trabajar, casarse, tener hijos o “triunfar”. Se nos dice que el éxito tiene fecha de caducidad, y que si no logras ciertas cosas a cierta edad, ya no vales lo mismo. Pero la realidad es muy distinta. Cada quien tiene su propio ritmo, su propio proceso y sus propios tiempos. Y cuando alguien rompe con esas expectativas impuestas y logra algo fuera de ese “cronograma ideal”, se convierte en inspiración.
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Ese es el caso de Natasha Dupeyrón, actriz mexicana que acaba de cumplir uno de sus sueños más personales: terminar la preparatoria a los 33 años.
Natasha Dupeyrón inspira con su máximo logro
La actriz que muchos recuerdan por su participación en telenovelas infantiles como De pocas, pocas pulgas, Carita de Ángel o Mis XV, compartió con sus más de 1.4 millones de seguidores un logro que jamás imaginó presumir en redes: su certificado de preparatoria con un promedio de 9.5.

En un video, la actriz rompió en llanto al recibir su certificado, demostrando que no hay logro pequeño cuando se consigue con esfuerzo, valentía y resiliencia. Natasha no sólo celebró con lágrimas y una posible fiesta de graduación: también encendió una chispa en quienes siguen esperando el “momento perfecto” para perseguir sus metas.
“Cuando era niña, no fui a la escuela. Trabajé desde muy chica, y crecí con la idea de que estudiar no era para mí. Que no podía. Que no servía para eso”, escribió Natasha en un emotivo mensaje que acompañó con fotos de sus apuntes, materiales escolares y una gran sonrisa.

La publicación, que rápidamente se volvió viral, tocó fibras profundas no sólo en sus fans, sino en muchas personas que, como ella, alguna vez se sintieron fuera de lugar o con miedo de no ser “suficientes” para luchar por un sueño.
La actriz, que debutó en televisión siendo apenas una bebé en Dr. Cándido Pérez, y que ha construido una sólida carrera en la televisión, el cine y el teatro, confesó que durante años sintió un vacío por no haber podido terminar sus estudios. “Me daba miedo estar en una reunión y que hablaran de cosas que yo no entendía. Me daba miedo preguntar. Me daba miedo fallar”, reveló.
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Pero Natasha decidió enfrentar esos miedos. “Después de mucha terapia (jeje) me atreví. Empecé a estudiar. Me dio miedo, dejé trabajos para poder concentrarme, estudié horas, me frustré, me juzgué, me quise rendir… pero seguí. Y algo cambió”. Lo que cambió fue su percepción de sí misma. Descubrió que sí podía, que el aprendizaje también era para ella, y que merecía la oportunidad de intentarlo.
Y no solo lo intentó: lo disfrutó. “Me enamoré de la física. La química dejó de darme miedo. Aprendí que soy buena para las matemáticas (¡el álgebra es mi pasión!) Me emocioné con la historia, la filosofía, la psicología...”, relató. Como una niña descubriendo el mundo por primera vez, Natasha armó su mochila con plumones, cuadernos y una súper calculadora, y se lanzó a una nueva aventura.
A lo largo del proceso, encontró también apoyo en personas clave, como su maestra Mónica. “Por primera vez, sentí que estaba haciendo algo por y para mí”, expresó con gratitud.

Pero quizás la frase que más conmovió a todos fue la que dirigió a su versión pequeña, a esa niña que alguna vez creyó que no podría:“Hoy abrazo a la Nata chiquita, y le digo: No, no eres tonta. Sí, vas a terminar la escuela. Y un día vas a estar orgullosa. Como hoy”.
Su historia es un recordatorio sobre romper con creencias limitantes, de sanar, de volver a empezar, de demostrarse a uno mismo que sí se puede, sin importar la edad, el pasado ni los miedos.