Las docuseries de crímenes reales se han convertido en una sensación mundial, y Netflix lo sabe bien. Su más reciente apuesta es American Murder: Gabby Petito, una miniserie que reconstruye uno de los casos más mediáticos y aterradores de los últimos años. Más allá del morbo que generan estos relatos, la historia de Gabby es un reflejo escalofriante de cómo la violencia de género sigue siendo minimizada e ignorada hasta que es demasiado tarde.
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Señales ignoradas: la violencia disfrazada de amor
Desde el inicio de su relación con Brian Laundrie, Gabby Petito mostró signos de estar atrapada en un círculo de violencia psicológica y emocional. A simple vista, eran una pareja de ensueño, compartiendo en redes sociales su viaje por carretera por Estados Unidos. Pero detrás de la fachada de felicidad, existía una relación marcada por el control, los insultos y el abuso.
El documental revela momentos clave que, de haberse atendido con seriedad, podrían haber cambiado el destino de Gabby. El caso más indignante fue la intervención de la policía de Moab, Utah, el 12 de agosto de 2021. Un testigo reportó haber visto a Brian golpear a Gabby, pero cuando los oficiales la entrevistaron, ella tomó la culpa y se mostró angustiada. En lugar de identificar los signos de abuso, los agentes optaron por minimizar la situación, dejando que ambos siguieran su camino sin mayor consecuencia.
Esta escena es un ejemplo brutal de cómo las víctimas de violencia doméstica suelen ser invisibilizadas. Gabby no necesitaba que le pidieran “calmarse”, sino que la protegieran. La falta de acción de las autoridades demuestra lo arraigada que está la idea de que los problemas en una pareja son “asuntos privados”, incluso cuando hay evidencias de agresión.
Las conductas tóxicas que se normalizan
Brian Laundrie mostró signos clásicos de un agresor mucho antes de que el caso explotara en los medios. Su control sobre Gabby iba más allá de la violencia física: la aislaba, la manipulaba emocionalmente y la hacía sentir culpable por sus propios ataques de ira. En los documentos del FBI, se encontraron cartas de Gabby donde le pedía que dejara de insultarla, expresando su frustración por no poder hacer más para ayudarlo a “calmarse”.
Este tipo de comportamientos, disfrazados de “intensidad” o “amor apasionado”, son una señal clara de relaciones peligrosas. Frases como “es que me pongo así porque te amo” o “tú me haces enojar” suelen ser estrategias de manipulación con las que el agresor pretende hacer sentir culpable a la víctima. En la relación de Gabby y Brian, esto quedó en evidencia en varias ocasiones, pero nadie lo notó hasta que fue demasiado tarde.
¿Por qué seguimos sin ver las alertas?
El caso de Gabby Petito es dolorosamente común. Muchas mujeres viven bajo el control de una pareja abusiva sin que su entorno lo perciba como algo preocupante. La normalización de la violencia psicológica y emocional hace que las víctimas duden de su propia realidad y justifiquen las agresiones.
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Cuando una mujer expresa que su pareja la “hace sentir mal”, que “a veces se enoja demasiado” o que “no la deja salir con ciertas personas”, muchas veces se minimiza con frases como “así son los hombres”, “seguro estás exagerando” o “debe quererte mucho”. Esta indiferencia social es lo que permite que situaciones como la de Gabby terminen en tragedia.
Más allá del documental: un llamado a la acción
La serie de Netflix no solo expone la negligencia que rodeó el caso de Gabby, sino que también deja en claro que el cambio debe empezar desde la sociedad. Necesitamos aprender a reconocer los signos de violencia de género y dejar de justificar actitudes que ponen en riesgo la vida de muchas mujeres.
La familia de Gabby ha convertido su dolor en acción, creando una organización para ayudar a otras víctimas y visibilizar la violencia doméstica. Pero el verdadero cambio vendrá cuando dejemos de ver estos casos como tragedias aisladas y empecemos a actuar antes de que sea demasiado tarde.
