Silvia Pinal, un ícono inmortal del cine mexicano, fue una luz que marcó la carrera de generaciones de artistas, una mujer que conquistó el mundo con su belleza, su talento y su fortaleza inquebrantable. Sin embargo, detrás de esa gran diva de la pantalla, se ocultaban cicatrices profundas, algunas de las cuales nunca terminaron de sanar.
La más grande, la que marcó su vida de manera irreversible, fue la trágica pérdida de su hija Viridiana Alatriste, un golpe tan cruel que, aún hoy, retumbará por siempre en el corazón de la “Dinastía Pinal”.
Viridiana, nacida el 17 de enero de 1963, era la hija que Silvia Pinal tuvo con el productor Gustavo Alatriste. Desde pequeña, la joven mostró el mismo magnetismo que su madre, heredando no solo su belleza, sino también su talento.
La vida de Viridiana parecía destinada al éxito, una carrera prometedora en la actuación la esperaba con los brazos abiertos. Su ingreso al mundo del entretenimiento fue algo natural, guiado por el ejemplo de su madre y su hermana mayor, Sylvia Pasquel, quienes ya brillaban en el escenario. “He decidido que quiero ser actriz como Silvita y tú”, fueron las palabras que Viridiana pronunció al tomar la decisión de seguir los pasos de su madre.
A pesar de las dudas que inicialmente expresaba Silvia, quien temía que su hija pudiera enfrentar las mismas dificultades de la industria, decidió apoyarla en su camino. “Yo no te voy a prohibir que seas actriz; si no lo hice con tu hermana (Silvita), menos aún contigo. Pero eso sí, si no te gusta, no me vengas a llorar”, le advirtió la gran diva del cine. Sin embargo, la tragedia estaba al acecho.
Un sueño prometedor truncado por un fatal accidente
Viridiana comenzó a tomar pasos firmes en la actuación, participando en varias producciones y conquistando al público. Su gran oportunidad llegó con el programa ¡Cachún-Cachún Ra ra!, un fenómeno televisivo de los años 80. A la par de su éxito en la pantalla chica, también se presentaba en el teatro con la obra Tartufo.
El 25 de octubre de 1982, la joven Alatriste se encontraba disfrutando de una fiesta en la zona de Olivar de los Padres, en Ciudad de México. Jaime Garza, quien había sido su compañero de trabajo y con quien había iniciado una relación amorosa, la invitó a salir. A pesar de que Viridiana tenía grabaciones al día siguiente, accedió a acompañarlo.
A medianoche, se despidió de él, subió a su automóvil y emprendió el regreso a casa. “Fue algo terrible. Yo estaba dormida en mi casa, ella murió muy temprano. 6 o 7 de la mañana. Salió de una fiesta y chocó. Nunca estás preparado para eso”, relató Silvia Pinal años después, cuando revivió el doloroso recuerdo de la tragedia.
El coche de Viridiana volcó, y debido a que no llevaba puesto el cinturón de seguridad, fue lanzada fuera del vehículo, golpeándose la cabeza de forma mortal. Fue así como la joven actriz, con tan sólo 19 años, perdió la vida de manera instantánea. La noticia fue devastadora para su madre, que no pudo evitar el dolor de una madre que ve cómo el futuro de su hija se desvanece en un segundo.
Sylvia Pasquel, su hermana, fue notificada de inmediato para identificar el cuerpo, y Silvia Pinal pidió, en su desgarradora angustia, que no se realizara ninguna autopsia. El accidente ocurrió en una zona poco urbanizada de la ciudad, cerca de Santa Fe. Las circunstancias de lo ocurrido nunca se aclararon del todo.
Aunque se especuló sobre la presencia de drogas o alcohol, los testigos afirmaron que Viridiana no había consumido ninguna sustancia, y la joven actriz misma había asegurado sentirse cansada después de una jornada laboral que superaba las 12 horas. La tragedia pareció haber ocurrido por pura fatalidad. Viridiana estaba sola en ese instante, y su muerte, más allá del accidente, se convirtió en un parteaguas en la historia de la familia Pinal.
Viridiana era un faro brillante en el horizonte de la familia Pinal, una joven llena de vida y de sueños. Su vida, marcada por la belleza y la promesa, se apagó demasiado pronto pero será recordada por siempre, junto a su madre y el legado de esta.