La miniserie ‘El régimen’ está inspirada en todos esos delirios megalómanos, que no tienen límites entre lo público y lo privado, de los muchos dictadores que han pasado por la historia. Hipocondria, creencias y prácticas que rayan en la locura, amores surreales, y sobre todo, un paternalismo de hierro pero a la vez zalamero y patético es lo que se ve en la persona de Elena Vernham, interpretada por Kate Winslet, quien dirige un país con un lenguaje maternal, en medio de su paranoia por su salud y vestida de la manera más sensual y poderosa posible.
Una dictadora así, claro, se inspira tanto en las excentricidades de los funcionarios de Putin y los oligarcas rusos, pero también en Eva Perón y su glamour de masas, así como en el lenguaje hacia sus ‘descamisados’.
Incluso canta una canción de Navidad que haría sonrojar a las mismísimas ‘Plásticas’ de Mean Girls y performa como una artista de su propio gobierno de papel. Pero, ¿cómo es construirla desde el vestuario?
NUEVA MUJER Colombia habló con Consolata Boyle, Diseñadora de Vestuario oscarizada por películas como ‘La reina’ y quién mejor que ella para conocer lo que hay detrás de la imagen de un político, el único actor que puede regir el destino de miles de infortunadas almas.
¿Cómo fue el proceso de creación de esta ‘rubia ordinaria’, como se dice a sí misma la canciller Vernham, y su apariencia como persona política?
Empezamos con el guión. Extraordinario, con ese humor oscuro y el personaje de Elena está reflejado ahí. Todo en ella es muy exagerado, rimbombante, así que tenía sentido reflejarlo en su vestuario. Además, Kate estaba muy interesada en eso, en sobrepasar los límites tanto como pudiéramos. Esto, para que su apariencia, su silueta, correspondieran al guión y de esa manera correspondieran a la historia. Así que nos divertimos mucho.
Sobre todo, porque su apariencia es impredecible: justo cuando pensabas que podrías conocer a esta mujer, de repente cambia. Y ese fue el tipo de magia y el reto de Elena, que a veces tendría una marcación de cintura ancha, o solo un prendedor, o se vestiría con trajes étnicos, reflejando las tradiciones centro-europeas cuando habla con su gente.
Así que siempre está actuando, usando máscaras y respondiendo a cómo quiere ser percibida. De esa manera, ella es inteligente. Usa sus trajes para representarse. Además fue increíble trabajar con Kate sobre esto.
Las siluetas de Elena son ajustadísimas. Casi uno no puede respirar de verla metida en esos vestidos.
Lo son, y es absolutamente deliberado: es ver ahí toda esa sensualidad de Elena, el cómo usa sus encantos para sus propios fines. Esa es la cualidad manipuladora del personaje. Así que claro, todo fue muy pensado.
En cuanto a colores y texturas, vemos mucho pastel, azul y verde. ¿Qué significado tienen?
Los colores son muy claros y precisos, aunque en medio de esa clara paleta hay un azul real fuerte y verde. Elena no es sutil en su elección de colores. Lo vemos también con ese color borgoña y rojo al final, que es muy imperial, pero gentil. Así que esa construcción fue muy importante también.
Elena es bastante hipocondriaca. Me parecen muy interesantes las elecciones de vestuario cuando es una paciente: recuerdan a los pacientes de la Edad Media. ¿De dónde sale esa idea?
Sí, todo eso fue basado en trajes médicos y de hospital. El personaje es muy paranóico. Paranóico sobre los gérmenes, la humedad. Y todo el palacio trabaja alrededor de eso. Quise llevar eso al extremo. Obviamente, dentro del pop art, nuestro maravilloso diseñador de producción tomó el concepto y produjo esa increíble burbuja de plástico. Su primer vestido de hospital también es de este material, así como su cofia: queríamos mostrarla en toda su vulnerabilidad, en muchas maneras. Y ella tiene esa extraña mezcla de vulnerabilidad, crueldad y hambre de poder, como miedo.
¿En qué figuras políticas femeninas se inspiró para darle este vestuario al personaje?
Fue importante ver a las lideresas de Europa Central, aunque hay muchos ejemplos de mujeres interesantes. Uno de ellos fue Eva Perón en el sentido de el cómo hablaba con la gente y su interés en la moda, la belleza y su apariencia. Todo eso fue muy importante en nuestra investigación.
Asimismo, muchos de los vestidos se sienten con ese aire de los años 40 a los años 60. ¿hay alguna razón?
Sí, eso se ve en las siluetas cuando hablamos de las mangas, puños y cuellos. Queríamos mucho esa estética de los filmes noirs, para obtener esa sensación de paranoia que se veía en esos films. También queríamos mostrar a nivel político incomodidad personal. Eso, en un ambiente de desconfianza, y caos, donde ella cimenta su propia posición fuerte desde esas referencias reconocibles desde el presente.
Elena Vernham posee nulo sentido del ridículo. ¿Cómo fue crear esos vestidos para sus números absurdos de canto y baile?
Todo eso está en el guión, pero también era mostrar cómo ella podía traspasar sus límites y poner a sus ministros más nerviosos. Eso, en la escena del penúltimo capítulo. Pero en la primera escena donde Kate canta maravillosamente bien cómo ella está fuera de la realidad al mostrar simplemente que ella podía hacer lo que quería.
Además que habla todo el tiempo de amor: “Mis amores, los amos, nos amamos”. Es una especie de cliché con el que pudimos trabajar. Y con la escena de Navidad, claramente es una parte de su carácter, que también fue un placer mostrar.