Los suscriptores de Netflix aman una buena película de suspenso. De hecho, producciones de este género están constantemente entrando y saliendo del ranking de cintas más vistas semanalmente.
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Por eso, la plataforma de transmisión procura producir y adquirir thrillers para surtir su vasto catálogo. La última adición a la categoría para el deleite de sus usuarios fue la película Sin rastros.
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Encabezada por Diane Lane, el largometraje de 2008 sigue a Jennifer Marsh, una agente especial del FBI experta en delitos cibernéticos, mientras enfrenta el caso más complicado de toda su carrera.
Marsh busca desesperadamente detener a un asesino en serie que transmite en vivo sus torturas y asesinatos a través de una página web que no deja rastro, por lo que es imposible de desconectar.
Por si fuera poco, las víctimas están a la merced de los usuarios. Y es que, cuantas más personas visiten el cibersitio, más rápido morirán a manos de los artilugios del depredador tras la transmisión.
El intento de atrapar al criminal pronto se vuelve algo personal, por lo que Jennifer y su equipo tendrán que usar toda su astucia y sus recursos para poder detenerlo antes de que sea muy tarde.
A poco de su llegada a la plataforma de streaming, la trama no solo ha logrado atrapar a los espectadores al punto de colarse entre las películas más reproducidas en varios países del mundo.
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A causa de su intensa historia y los diferentes temas que aborda, el filme dirigido por Gregory Hoblit también tiene a varios espectadores preguntándose si está basada o inspirada en hechos reales.
¿La película Sin rastros está basada en una historia real?
La respuesta a esa pregunta es no, Sin rastros no está basada ni inspirada en una historia real. La película narra una historia ficticia escrita por Robert Fyvolent, Mark Brinker y Allison Burnett.
Sin embargo, a pesar de tratarse de una obra de ficción, una gran parte de los hechos que suceden en el filme son técnicamente posibles. Así lo aseguraron expertos a la revista Popular Mechanics.
El medio preguntó a exagentes del FBI, consultores de seguridad de Internet y médicos qué tan creíble es todo el filme y concluyeron que la mayoría de las cosas que hace el asesino son realistas.
Crear sitios web imposibles de rastrear, penetrar redes inalámbricas y controlar artefactos electrónicos remotamente no solo es factible, pasa a diario y lo podría hacer hasta un preadolescente.
La clave detrás de la credibilidad lograda en diferentes aspectos de la película está en el hecho de que la producción hizo una gran investigación y preparación para la materialización del proyecto.
De hecho, con el fin de retratar con verosimilitud el actuar de la agencia federal y la tecnología, los realizadores consultaron a E.J. Hilbert, exagente especial de la división de operaciones cibernéticas del FBI.
“Cuando intentábamos diseñar cómo se verían las pantallas, trabajé con (los realizadores) y les dije: ‘No lo hagan de esta manera, tiene que verse así”, reveló Hilbert a Popular Mechanics en 2008.
De acuerdo al exagente, la cinta era en ese entonces la más cercana a lo que era trabajar en el FBI que cualquiera otra producción. “Se acercan lo más posible sin dejar de ser entretenidos”, apuntó.
Asimismo, Lane interactuó con agentes reales y hasta estuvo en contacto con la tecnología de la agencia cuando visitó el centro de delitos cibernéticos del FBI en la ciudad de Portland, Oregón.