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Adriana Macías, la mujer que nació sin brazos pero también sin límites

Adriana Macías, la mujer que nació sin brazos pero también sin límites

Aprendió a hacerlo todo con los pies desde que era un bebé. Nació en un cuerpo sin brazos, pero eso no la detuvo. Licenciada en Derecho, nació con una enfermedad congénita que provocó que no se le desarrollaran los brazos, pero que no le ha impedido hacer una vida normal, así como escribir varios libros, ser conferencista y hasta tocar el chelo.

Actualmente ,Adriana Macías es una exitosa conferencista y escritora mexicana que no utiliza las manos para tomar la pluma y plasmar sus letras… sino sus pies. Aunque nació sin brazos, desde pequeña desarrolló herramientas para mejorar su calidad de vida, escribir y ayudar a millones de personas a alcanzar sus sueños.

Nacer con una enfermedad congénita no ha sido ningún impedimento. Lejos de instalarse en el lamento, desde sus primeros pasos decidió tomar las riendas de su destino, y gracias a esas ganas de vivir, entendió que nuestros cuerpos no tienen límites más allá de los mentales.

Su hermana una pieza fundamental en su niñez

Para Adriana Macías, su hermana fue la culpable de hacer de sus pies sus manos. Solo un año mayor, veía en ella una compañera de juegos, no una niña sin brazos. Siempre juntas, la inspiraba a hacer juegos con sus pies.

El primer gran reto, su adolescencia

El reto, vino después, durante la adolescencia, cuando tuvo que romper con estereotipos impuestos y marcados por la sociedad. Adriana lo hacía, y hace todo con sus pies. Comía con los pies, se vestía con los pies, se peinaba con los pies, sin embargo, todo lo hacía en privado, cuando nadie la veía, todo lo que hacía desde esta práctica estaba mal visto, porque, por ejemplo, subir los pies a la mesa o quitarte los zapatos en público es de mala educación. Pero para Adriana, esa era su forma de vida, por lo que tuvo que romper con estos moldes y dejar de buscar la aprobación de la sociedad para su propia evolución, así como aceptar que hay gente que no se siente cómoda con alguien al lado que lo toca todo con sus pies.

Esto fue lo que vivió con su primer novio ‘oficial’. Tenía veintitantos años y estaba a punto de comprometerse con él, sin embargo, de repente, este le dijo que no quería casarse con una mujer sin brazos. Cada quien tiene sus gustos y la libertad de elegir con quién quiere pasar su tiempo, y ella sabía lo importante que era que respetar la postura de alguien que no quiere convivir con alguien sin brazos.

Su vida profesional

Las letras le ayudaron a alcanzar metas que varias personas, incluso sin una discapacidad, habrían pensado inalcanzables. Es licenciada en Derecho, psicóloga y desde hace más de 20 años se consolidó como una de las primeras mujeres conferencistas, obteniendo galardones como el Premio Mujer Extraordinaria 2010 y el Premio Nacional de la Mujer por CANADEM 2013.

Como parte de su carrera profesional y personal, Adriana escribió tres libros. El más reciente es Enamórate de ti: Ámate, reencuéntrate y vuelve a empezar, un texto con el que motiva a sus lectores a que se apoderen de ellos mismos y dejen atrás los prejuicios, estereotipos y estigmas sobre su propio cuerpo a través del amor propio.

Su mayor reto, ser madre

Hace seis años, tras un matrimonio de 15 años que fracasó, Adriana Macías decide ser madre soltera. Para ella fue muy difícil y sigue siendo muy difícil. Cuando con solo un año y medio, la pequeña le preguntó por qué no tenía brazos, le revisaba a través de la ropa, le bajaba las mangas, hasta que un día le preguntó que dónde estarían sus brazos y ella le dijo que en la luna. En ese momento empezó a asimilar que no era necesario que su madre tuviera brazos porque hasta ese día había cumplido todo lo necesario para ella: jugaban, le daba de comer, la vestía, la bañaba, la peinaba. Eso le sirvió a ella para que confiara y entendiera que, aunque su mamá no tuviera brazos, iba a hacer todo lo posible por protegerla.

Todos tenemos limitaciones, aunque no sean discapacidades. Tenemos que encontrar ese equilibrio, esa liberación que, a falta de brazos, Adriana encontró en sus pies. Cada persona se conoce, sabe cuál es su talento y qué es lo que tiene que desarrollar para hacer ese equilibrio con la discapacidad física, emocional, intelectual o de pensamiento, porque a veces los pensamientos nos limitan más que nuestro cuerpo. Principalmente, hay que estar muy comprometidos con salir de la zona de confort para encontrar la motivación y otras herramientas para equilibrar las limitaciones y virtudes y esto, Adriana lo tiene bien claro.

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