Al igual que su esposo, Camilla Parker Bowles fue tradicionalmente ungida y coronada por el arzobispo de Canterbury en una breve ceremonia en la que además se le rindió homenaje. Con esto, se ha convertido en la vigésima novena reina consorte en ser coronada en la Abadía de Westminster.
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El Guardián de la Casa de las Joyas presentó el Anillo de la Consorte, que simboliza la promesa y el compromiso, “casándola” con el Rey y con Dios y su pueblo.
Camilla fue coronada con la corona de la reina María, siendo ésta la primera vez en la historia reciente que no se fabricó una nueva pieza para la ocasión.
La controversia detrás de la corona de la reina María
Cuando la reina María pagó por la corona de plata en 1911, su intención era que sirviera como corona permanente de futuras consortes. De acuerdo con información oficial de el Palacio de Buckingham, la decisión de Camilla de usar esta corona fue “en interés de la sostenibilidad y la eficiencia”.
Sin embargo, Camilla quiso evitar controversias quitando de la corona el famoso “diamante maldito” llamado Koh-i-noor, el cual es reclamado por India, Pakistán, Afganistán e Irán por ser un signo de dominio colonial.
“Cada vez que vemos el Koh-i-Noor, muestra la victoria del gobierno extranjero sobre la India. Simboliza algún tipo de agresión”, dijo el historiador Jyoti Atwal, de la Universidad Jawaharlal Nehru de Delhi para inews.co.uk
Según el Palacio de Buckinham, Camilla aprovechó la modificación para honrar a su difunta suegra reajustando la corona con algunos diamantes, el Cullinan III, IV y V, de la colección personal de la Reina.
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El Cullinan sigue siendo una pieza polémica
Fue descubierto en una gran mina en Sudáfrica en 1905, con un peso notable de 3106 quilates, desatando euforia en todo el mundo. Según el Royal Asscher, la piedra preciosa es aproximadamente del tamaño de un corazón humano y posee un extraordinario color blanco azulado, lo que lo hace el diamante tallado en bruto con calidad de gema más grande jamás encontrado.
El Cullinan permaneció en el mercado durante dos años sin comprador hasta que fue adquirido por el gobierno colonial de Sudáfrica en 1907 por 150.000 libras (15 millones de libras, 28 millones de dólares en moneda actual).
La historia de cómo el gran diamante terminó en la colección real británica es complicada. Desde 1867, el descubrimiento de depósitos de diamantes en el sur de África significó que el gobierno de entonces aprobara y aplicara una serie de leyes que, entre otras cosas, obligaban a los hombres africanos a trabajar en las minas, explicó Danielle Kinsey, especialista en historia británica en la Universidad Carleton en Ottawa, Canadá
“[Los hombres trabajaban] por salarios relativamente bajos. Limitaron su movimiento y crearon un sistema legal que encarceló a muchos hombres africanos, que luego fueron utilizados en trabajos mineros, como mano de obra convicta”, dijo.
La especialista también explicó que durante las décadas posteriores, las autoridades de la Colonia del Cabo y de Gran Bretaña trataron de reclamar los “Campos de diamantes”, como se los conocía, como parte de su jurisdicción.