Los últimos meses han sido de gratificaciones para Nadia Ferreira. No solo por los éxitos que cosecha en el plano profesional, sino también porque en el terreno personal todo va de maravillas.
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Apenas hace unas semanas, la flamante modelo paraguaya unió su vida en matrimonio con el salsero Marc Anthony en una fastuosa boda y ahora están en la espera de su primer bebé juntos.
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Los recientes acontecimientos en su vida íntima la han puesto en el centro de atención de los medios en todo el mundo, así como lo fue cuando quedó como primera finalista en el Miss Universo 2021.
No obstante, aunque todos saben sobre sus triunfos laborales y sus dichas personales en la actualidad, pocos conocen sobre los desafíos que enfrentó en su infancia y cómo la marcaron.
Las desconocidas batallas de Nadia Ferreira antes de alcanzar la fama
Nadia Tamara Ferreira nació en Villarrica, Paraguay, el 10 de mayo de 1999. Es bien sabido por todos que desde pequeña acaparó miradas con su belleza natural y deseaba ser una reina de belleza.
Sin embargo, seis meses después de celebrar con alegría su llegada al mundo, la familia de la pequeña enfrentó momentos muy duros al descubrir que había nacido con una tortícolis congénita.
La afección, de acuerdo al sitio web del Stanford Medicine Children’s Health, “significa que un bebé nace con una posición extraña del cuello”, debido a “un músculo tenso y corto” en esta zona.
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“La verdad es que fue una situación bastante difícil para mi mamá y mi familia”, recordó la modelo de 23 años en una entrevista a la doctora Tania Medina para Curando cuerpos, sanando almas.
Fiel a los relatos que su progenitora, Ludy Ferreira, le ha contado, Nadia reveló que era una bebé que “vivía sedada, lloraba bastante y no podía sentarse” debido a la anormal posición de su cuello.
Las causas de esta enfermedad son desconocidas y los síntomas varían, al igual que el tratamiento para evitar un desarrollo desparejo. En su caso, una cirugía era necesaria para corregir el músculo.
“(A mi mamá) le dieron la opción de operarme a los 8 meses con un peso exacto pues era la única forma en la que podía ingresar a cirugía, pero por supuesto que iba a tener consecuencias”, contó.
“Eso fue lo que le dijeron a mi madre en ese entonces. La otra opción era que yo viviera solamente hasta tener un año y seis meses porque obviamente no podía crecer (con el cuello así)”, explicó.
Su madre decidió someterla al delicado procedimiento quirúrgico para arreglar el músculo acortado, salvaguardar su vida y asegurarse de su normal desarrollo. Afortunadamente, todo salió bien.
A partir de entonces, creció como una niña muy saludable y sin ningún tipo de consecuencia de aquella operación. De hecho, solo le quedó una cicatriz en el cuello que apenas es perceptible.
La segunda pelea por su salud
Mientras crecía, Ferreira mostró una gran afición por deportes y el modelaje, pero todos sus sueños infantiles se vieron cambiados cuando una grave enfermedad comenzó afectarla a los 10 años.
“Todo empezó con jaquecas muy fuertes. Después me mareaba bastante y empecé a ver doble la pelota”, se acordó Nadia, quien practicaba tenis entonces y se preparaba para representar a su país.
Los síntomas cambiaron con el transcurso del tiempo. Eventualmente, la pequeña Nadia comenzó a presentar pérdida de la visión, de la audición y de la movilidad del lado izquierdo del cuerpo.
Con el fin de descubrir qué la afectaba y hallar un tratamiento certero, la familia se mudó a Ciudad del Este. En la localidad, atravesó por varios estudios y concluyeron que tenía esclerosis múltiple.
Nadia rememoró que su madre llegó llorando a casa tras escuchar el diagnóstico. En ese entonces, no le dijo por qué lloraba, pero se acercó para alentarla asegurándole que ella estaría bien.
“Siempre he sido una niña de bastante fe. Me acuerdo perfecto que le dije: ‘mami, no llores. Yo voy a estar bien (…). Dios está de nuestro lado, nos va a ayudar”, evocó en la plática en 2022.
En busca de otra opinión médica, viajaron hasta Buenos Aires, Argentina. En esta ciudad, una especialista en esclerosis múltiple examinó a Nadia y descubrió lo que tenía: el síndrome de Susac.
Según un artículo publicado en la revista Neurología, la afección “está compuesta por la tríada clínica: encefalopatía, déficit visual y auditivo” y es causado por “una microangiopatía de origen incierto que afecta a las pequeñas arterias de encéfalo, retina y cóclea”.
Nadia padeció la enfermedad por un año y medio, pero dejó una huella imborrable en ella y la convirtió en una persona superfuerte, muy valiente y creyente en que todo se puede en la vida.
“En ese momento, yo no veía del lado izquierdo, tampoco oía del lado izquierdo y la movilidad me costaba un poquito, pero ya con el tratamiento adecuado lo fui recuperando de a poco”, señaló.
“Me considero una bendición, un milagro de Dios, porque aquí estoy viva y sana”, compartió la exreina de belleza, cuyo carácter ha sido moldeado por los reveses que ha enfrentado en su vida.
Tras recuperarse del síndrome, tuvo que abandonar los deportes y decidió comenzar su carrera en el modelaje con apenas 13 años. El resto es una historia de éxitos y triunfos que todos conocemos.