Blonde, la cinta de Marilyn Monroe del director Andrew Dominik, llegó a Netflix con gran fuerza luego de haber sorprendido a todos en el Festival de Cine de Venecia. Protagonizada por Ana de Armas la película ha generado controversia por la forma en la que describe al ícono de la cultura pop pues mientras que algunos alegan que está repleta de inconsistencias, otros defienden que no es una biografía, sino un relato ficticio basado en la novela de Joyce Carol Oates.
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Es así como la cinta imagina la dualidad de una mujer conciente ser un personaje en el escenario que no es real y que cuando se baja de este es Norma Jeane. “Marilyn Monroe solo existe en la pantalla”, dice Ana de Armas en la piel de una Marilyn atormentada y exhausta.
El debate sobre quién era la verdadera Monroe ha estado presente por años entre los críticos culturales, historiadores, novelistas, cineastas y el público en general. Lo que es un hecho es que detrás de todo ese glamour había un gran sufrimiento, basta con recordar la entrevista final que dio a la revista Life el 3 de agosto de 1962, justo un día antes de morir de una sobredosis de barbitúricos a los 36 años. Monroe hizo una desgarradora reflexión sobre su estatus de celebridad que hoy dejaría a cualquiera helado.
“Cuando eres famoso, te topas con la naturaleza humana de una manera cruda. Despierta la envidia, la fama sí. Las personas con las que te cruzas sienten que, bueno, ¿quién es ella, quién es ella, quién se cree que es, Marilyn Monroe?”
La trágica infancia y vida de Marilyn Monroe
Al comienzo de Blonde vemos a la pequeña Norma Jeane Baker (interpretada por Lily Fisher) de 7 años, quien es atormentada por su madre alcohólica y mentalmente inestable, Gladys (Julianne Nicholson). La mujer se la pasa amenazando a su propia hija, incluso casi ahogándola en una bañera. Por otro lado, le dice que su padre es un hombre poderoso de Hollywood y le promete que algún día las sacará de la pobreza. Como se muestra en la cinta, su madre sería internada poco después por esquizofrenia paranoide.
La actriz pasó su infancia en varios orfanatos, donde supuestamente enfrentó abusos sexuales y crisis emocionales. Aunque constantemente tuvo intentos de adopción, nunca se quedó con ninguna familia y siguió siendo huérfana hasta que se casó a los 16 años con un hombre de 21 años. El matrimonio duró cuatro años.
A pesar de todo, los primeros años de Monroe fueron los más estables de su vida además de que no estaba del todo sola pues tenía una media hermana mayor llamada Berniece, con quien tuvo una relación importante que continuaría hasta sus últimos días.
La herida que siempre estuvo abierta en la vida de Marilyn Monroe fue la ausencia de su padre. Siempre tuvo el temor de encontrarlo en los sets de filmación y que la confundiera, además de que llamaba “papi” a sus maridos Joe DiMaggio y Arthur Miller, en un tono que oscilaba entre el afecto íntimo y el delirio, ocultando por detrás una gran necesidad de amor y aprobación.