Barbora Skrlová, mejor conocida como ‘La huérfana’, y Jeffrey Dahmer ‘el monstruo de Milwaukee’, son los personajes del momento, luego del estreno de la segunda entrega de la película ‘La huérfana: el origen’, en honor a la mujer que se hacía pasar por niña, y la serie de Netflix que relata la historia del hombre que asesinó y desmembró a 17 varones, entre hombres y niños.
Aunque sus historias parecen salidas de la ficción, lo cierto es que las torturas que cometieron en la vida real rebasan a las plasmadas en las escenas cinematográficas y prueban lo dañada que está la sociedad, ante la magnitud de los actos atroces que es capaz de cometer un individuo.
Torturas, abusos sexuales, canibalismo y asesinatos es parte del terror que estos dos personajes les hicieron vivir en carne propia a las personas que los rodeaban. Ellos iban estudiando a sus víctimas para seducirlas y acabar con sus vidas de la peor manera.
El terror que vivieron las víctimas de La Huerfana y Jeffrey Dahmer
De un lado tenemos a una mujer que se hizo pasar por una niña de 13 años, pero la verdad es que era una mujer de 33 años, con un prontuario de tortura, incesto y canibalismo.
Su maldad no tenía límites, ella usaba el hipopituitarismo, la enfermedad que padecía y la que la hacía parecer una niña, con tierno tierno rostro, para engañar y manipular.
La mujer usó a las hermanas Klara y Katherina Mauerová, quienes caerían en su audaz trampa; ambas padecían problemas mentales.
Las mujeres pensaban que era una niña huérfana, por lo que no dudaron en darle un hogar, que más tarde se convertiría en un infierno, pues tuvieron que seguir las indicaciones de Barbora y realizar rituales de sexo, torturas y hasta comer carne humana.
Klara y Katherina cumplían al pie de la letra las órdenes de ‘El Doctor’, quien para esa época hacía de líder supremo de la secta a la que pertenecía la “niña”.
Los hijos de Klara, Jakub y Ondrej, de 10 y 8 años, respectivamente, fueron los que más sufrieron sus locuras. Luego de empezar a sentir celos de ellos, los encerró desnudos en una jaula, sin comida, viviendo entre sus propios excrementos e incluso los hacían bañar con agua helada, les ponían cigarrillos en el cuerpo y hasta intentaron arrancarles la piel para comérselos.
Estas escenas desgarradoras eran grabadas pero un error de señal, permitió que sus vecinos se percataran de tal situación, a través de la cámara que tenían en la habitación de su bebé.
La policía logró llegar al lugar de los hechos. Los pequeños fueron trasladados al hospital, pero uno de ellos murió al llegar y Barbora logró escapar.
Fue en enero de 2008 cuando lograron capturarla en Noruega, sin embargo, su sentencia fue de apenas cinco años y en 2011, apeló y salió en libertad. Hasta los momentos su paradero es desconocido.
Sus historia guarda similitud con la de Jeffrey Dahmer, un hombre que paralizó Milwaukee, en la década de los 90′, al conocerse los atroces asesinatos que cometió.
El hombre que arrastraba traumas familiares, por las peleas de sus padres y adicciones de su madre, había estado asesinando desde 1978 y 1991, época en la que ejecutó del vil manera a 17 víctimas entre niños y adultos.
Dahmer se sintió atraído desde pequeño por los animales muertos, por lo que coleccionaba insectos y esqueletos de pequeños animales, como ardillas, para conservarlos en frascos con formol.
En la adolescencia fue un chico problemático, para su adultez ya contaba con el conocimiento y habilidades para empezar a planear sus asesinatos.
Las drogas y el alcohol eran parte de su día. Los bares gays eran los lugares a los que solía frecuentar para conquistar a sus posibles víctimas.
Muchos de sus crímenes tenían en común la necrofilia, canibalismo y la preservación permanente del esqueleto.
A pesar de las distintas denuncias de sus vecinos por los extraños sonidos y olores, fue en 1991 luego de que Tracy Edwards, lograra escapar de su vivienda, cuando la policía lo capturó.
El hallazgo en su vivienda era espeluznante, en la misma se encontraron partes de cuerpos y cabezas cortadas en la heladera, el freezer y hasta en la tetera.
Su sentencia fue de 900 años de prisión (15 cadenas perpetuas) pero en 1994, fue asesinado por Christopher Scarver, un compañero de prisión en la Institución Correccional de Columbia en Portage, Wisconsin.
Para muchos la homofobia, el racismo y la negligencia policial fueron la receta perfecta para que Jeffrey Dahmer se saliera con la suya durante tanto tiempo.