Netflix acaba de incorporar a su catálogo Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer, una miniserie que repasa el caso de uno de los peores asesinos seriales en la historia de los Estados Unidos.
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La producción de Ryan Murphy está protagonizado por Evan Peters en la piel del criminal que mató horriblemente y desmembró al menos a 17 personas, en su mayoría hombres de color aunque también varios niños, entre los años 1978 y 1991.
A causa de sus atroces crímenes se ganó el apodo de “caníbal de Milwaukee”, “carnicero de Milwaukee” o el “monstruo de Milwaukee”. A continuación, te contamos la escalofriante historia real detrás de la serie del gigante del streaming.
Pero, antes de seguir, te advertimos que este artículo contiene información sumamente perturbadora que pueden afectar mucho a personas impresionables. Leer con precaución.
La verdadera historia de Jeffrey Dahmer, el asesino de la nueva serie de Netflix
Jeffrey Dahmer llegó al mundo en Milwaukee, Wisconsin, en 1960. El asesino fue el fruto del matrimonio entre una instructora de máquinas de teletipo y un químico.
De acuerdo a Independent en español, hay reportes discordantes sobre la infancia de Dahmer. Y es que mientras muchos aseguran que fue un niño descuidado, otros afirman que lo adoraban.
De lo que no hay duda es que su familia no era estable. Su madre padecía depresión y trató de quitarse la vida; mientras su padre estuvo ausente en su infancia por dedicarse a sus estudios.
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Se dice que fue un niño tranquilo en su infancia. A los 6 años, su familia se mudó a Ohio y se convirtió en hermano mayor con la llegada de David. Al cumplir los 18, sus padres se divorciaron.
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Desde pequeño, Dahmer comenzó a mostrar interés en animales muertos, concretamente, sus huesos. Se cree que esto nació tras ver a su papá sacando huesos de animales del suelo de su casa.
Entonces empezó a compilar insectos y esqueletos de animales. También a conservar estos en frascos con formaldehído. Aparte, su padre le enseñó a blanquear y conservar huesos de animales.
En aquel tiempo, recopilaba animales atropellados para diseccionarlos y así añadir más huesos a su repertorio. Cuando entró en la preparatoria, Dahmer era un paria para todos.
En primer lugar, no solo tomaba demasiado alcohol alegando que era “su medicina”, tampoco tenía altas calificaciones, aunque sus maestros consideraban que tenía potencial como estudiante.
Según el medio citado, en esta época, además empezó a lanzar “ataques falsos” y a hacer burlas de individuos con parálisis cerebral. Asimismo, tuvo un breve romance con otro compañero.
Sin embargo, no reveló a sus padres que era homosexual. Más adelante, reconoció que entonces ya anhelaba dominar a un hombre sumiso y sus fantasías empezaban a implicar hacer disección.
Jeffrey Dahmer libera al monstruo
Tan solo unas semanas después de graduarse de la preparatoria, en junio de 1978, Jeffrey Dahmer ejecutó su primer asesinato. La víctima se trataba de Steven Mark Hicks, un joven de 18 años.
Dahmer encontró a Hicks mientras viajaba haciendo autoestop y lo invitó a tomar unas cervezas en su casa. Una vez en su morada, lo golpeó con una mancuerna. Luego lo estranguló hasta matarlo.
De acuerdo al periódico, desvistió al hombre, se masturbó, diseccionó el cuerpo y enterró los restos en su jardín. Luego lo desenterró con el fin de disolverlo en ácido, moler y esparcir los huesos.
Tras estos eventos, se enlistó en el ejército y siguió bebiendo en exceso. Unos cuatro años después, en 1981, abandonó la vida militar. A mediados de los años 80, regresó a Milwaukee.
Ahí empezó a visitar baños públicos gay en donde cazaba hombres que sedaba y atacaba. A finales de la década, perpetró su segundo asesinato al matar a un individuo masculino que atrajo a un hotel.
Después empezó a cazar, atacar y matar en el hogar de su abuela, pero esta le pidió que se marchara por varios motivos: su alcoholismo y su costumbre de llevar hombres jóvenes tarde en la noche.
Así como también la putrefacción que provenía del sótano y del garaje, en donde cometía sus fechorías. Debido a esto, decidió mudarse a un departamento en Milwaukee.
Desde su nuevo hogar, Dahmer continuó matando y desmembrando hombres, en su mayoría homosexuales y de color, hasta comienzos de la década de los noventa.
Los asesinatos que cometió en esta época incluyeron actos de necrofilia y canibalismo. Así como también la preservación del esqueleto.
La caída del “carniceo de Milwaukee”
Aunque fue arrestado en múltiples ocasiones en su vida, en una ocasión por tocar inapropiadamente a un niño, nadie supo de su vida como asesino sino hasta 1991 cuando una de sus víctimas escapó.
Tracy Edwards huyó de su departamento con unas esposas colgando de una muñeca. Mientras corría por las calles de Milwaukee, encontró a la policía y contó que Dahmer trató de matarlo.
Ante la denuncia, los oficiales fueron hasta su departamento ese día. No se imaginaban lo que iban a encontrar: partes de cuerpos y cabezas cercenadas en su refrigerador y otros lugares.
En su juicio al año siguiente, no convenció al jurado de que sus crímenes, canibalismo y necrofilia eran producto de la locura, aunque le diagnosticaron varios problemas mentales en ese entonces.
Trastorno límite de la personalidad, trastorno esquizotípico de la personalidad y trastorno psicótico son las enfermedades que los especialistas detectaron en él durante ese periodo.
Lo juzgaron por 15 de sus crímenes y le dieron 15 cadenas perpetuas consecutivas sin derecho a libertad condicional. Luego, le dieron una decimosexta cadena perpetua por su primer homicidio.
Durante el proceso judicial que lo encarceló de por vida en 1992, se presentaron algunas de las pruebas más horrendas en la historia de los tribunales estadounidenses.
“Nunca quise la libertad. Francamente, quería la muerte para mí. Sabía que estaba enfermo o era malo o ambos”, expresó en su declaración ante el tribunal, según recogió Independent en español.
“Los médicos me han informado sobre mi enfermedad y ahora tengo algo de paz. Sé cuánto daño he causado. Me siento muy mal por lo que les hice a esas pobres familias”, concluyó.
El asesinato de Jeffrey Dahmer
No obstante, Jeffrey Dahmer no pasó mucho tiempo preso. En 1994, lo mató a golpes Christopher Scarver, uno de sus compañeros en la Institución Correccional de Columbia en Portage, Wisconsin.
Sobre sus motivos, Scarver no habló sino hasta más de dos décadas después. En ese entonces, dijo que lo golpeó con una barra de metal en la cabeza dos veces porque lo hacía sentir nervioso.
De acuerdo a su relato, Dahmer usaba la comida de la prisión para simular que eran extremidades cortadas y luego las bañaba con salsa de tomate para representar la sangre.
“Los ponía en lugares donde iba a haber gente”, afirmó a The New York Post. “Se pasó de la raya con algunas personas: presos, personal penitenciario”.
“Algunas personas que están en prisión se arrepienten, pero él no era uno de ellos”, finalizó.
Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer está disponible en Netflix desde el 21 de septiembre.