Un día como hoy, pero del año 1974 llegaba al mundo una de las leyendas vivientes del Hollywood contemporáneo: la famosa actriz estadounidense Amy Adams.
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La intérprete ha logrado poner a la meca del cine a sus pies gracias al impresionante talento, versatilidad, carisma y autenticidad que ha demostrado a lo largo de más de 20 años de trayectoria.
Adams ha brillado en musicales, comedias románticas, dramas desgarradores, ciencia ficción y hasta en películas de superhéroes con los que ha conquistado a cada tipo de espectador en el mundo.
A sus 48 años –recién cumplidos este sábado 20 de agosto–, lo único que se le ha resistido a la gran Amy ha sido el Oscar, pues tras seis nominaciones todavía no se ha llevado la estatuilla a casa.
No obstante, el premio de La Academia no es algo por lo que se desviva y ha dejado claro que “no la define”. Al fin y al cabo, no es la fama ni el prestigio la razón por la que se convirtió en actriz.
Hoy, en el día de su cumpleaños, echamos la vista atrás para repasar su vida y ver cómo ha sido su transformación de niña tímida y solitaria a una de las más grandes estrellas del séptimo arte.
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La evolución a través del tiempo de Amy Adams
Amy Lou Adams nació en una base militar en Vicenza, Italia, como fruto del amor entre un soldado después convertido en cantante y una masajista y culturista semiprofesional.
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No obstante, creció en Castle Rock, Colorado. Durante su infancia, la cuarta de siete hijos –cuatro niños y tres niñas– se destacaba por ser la niña tímida en un hogar repleto de personas extrovertidas.
De ser una tantas, ha dicho estar agradecida pues nunca le ha gustado ser el centro de atención. A los 11 años, sus padres se divorciaron y abandonaron la religión mormona. Ella se quedó con su mamá.
Durante su juventud, era una estudiante indiferente y solitaria. “Odiaba la escuela secundaria, realmente la odiaba”, confesó en entrevista Esquire.
“Eran cosas clásicas de adolescentes. Yo era un poco solitaria. No me hicieron bullying ni nada, pero traía un libro y leía en el almuerzo. Estaba realmente de mal humor”, reconoció.
Su vida mejoró cuando hizo algunos amigos al final, pero Amy no pensaba ir a la universidad. Ella quería ganarse la vida y recurrió al teatro musical. Aunque su sueño inicial era convertirse en bailarina.
“Siempre me gustó bailar y cantar”, narró al medio antes citado. “Era solo (una cuestión de) superar mi inseguridad para poder hacerlo frente a la gente”.
Los inicios de Amy Adams en el teatro musical
Tras la escuela comenzó a construirse una carrera actuando en obras musicales en restaurantes de teatro en vivo en Colorado y Minnesota. A la par tuvo trabajos como camarera en Hooters para subsistir.
Durante varios años, actuó en estos espectáculos. “Es fácil burlarse de eso, pero en realidad es uno de los mejores momentos que he vivido”, aseveró. “Fue una gran manera de pasar mis veintes”.
Adams estaba feliz de esta manera, pero la repentina muerte de un exnovio con el que mantenía una gran amistad cuando ambos tenían 23 años la hizo replantearse su vida.
“Tuvo un gran efecto en mí. Pensé: esto es todo, esta es la única vida”, contó. El evento la llevó a la conclusión de que no quería pasar su vida en estas obras. Quería ir a Los Ángeles o Nueva York.
Así fue que, mientras estaba libre de su trabajo en el teatro regional por una lesión en la pierna, no tuvo temor de ir a hacer una audición para una película que se filmaba cerca de donde residía.
Su debut en la gran pantalla
Inesperadamente, se ganó el papel. El filme era Drop Dead Gorgeous (1999). Mientras trabajaba en la película, conversó con Kirstie Alley sobre ir a Hollywood. Ella la alentó a probar suerte.
“No crecí sintiendo que podía ser famosa”, reconoció. “(Alley) hacía que pareciera que podría suceder. A veces solo necesitas escucharlo de alguien que ha estado allí para hacerlo tangible”.
Con 24 años cumplidos, emprendió el rumbo con uno de sus hermanos en un viejo carro a California que se accidentó en el camino. Cuando al fin llegaron a Los Ángeles, se quedaron con un primo.
“No teníamos auto, ni departamento para mudarnos, nada”, enfatizó; sin embargo, Hollywood al parecer esperaba por su talento pues en dos semanas ya tenía mánager, agencia y un rol en televisión.
“Luché mucho después de eso, pero tuve muchos eventos que encajaron para mí que solo pueden describirse como suerte”, admitió. Le fue difícil adaptarse a Hollywood. Por fortuna, el trabajo no le faltó.
Entre los años 2000 y 2002, Amy actuó en varias películas pequeñas como Psycho Beach Party e hizo apariciones especiales en series como Charmed, Buffy, la cazavampiros y Smallville.
Amy Adams y su salto frustrado a la fama
También en 2002 consiguió el papel de los sueños de cualquiera actriz: Brenda en Atrápame si puedes, la cinta protagonizada por Leonardo DiCaprio bajo la dirección de Steven Spielberg.
Sin embargo, aunque la película fue todo un éxito que debió despuntar su carrera, Amy desapareció. ¿La razón? La asaltaron las inseguridades que desde niña la habían acompañado.
“<b>Me atraganté</b>”, admitió a Esquire. “Quiero decir que podría echarle la culpa a muchas otras cosas, pero me atraganté. <b>Simplemente sentí esta presión de ser de repente este nivel de actriz que no tenía la confianza suficiente para ser</b>. Hice una serie de audiciones realmente malas, se me presentaron oportunidades y dejé que los nervios sacaran lo mejor de mí”.
Después ser elegida por el director más respetado de la industria del cine para encarnar uno de los roles principales junto a un actor supercotizado, Adams no actuó durante un año.
<b>“Fue horrible</b>”, enfatizó. “Y un par de años después de eso fue, <b>‘No puedo hacer esto. No soy lo suficientemente fuerte para continuar con este nivel de rechazo, que era constante’.</b> Era, ‘¿Qué voy a hacer con mi vida?’ Estaba mirando hacia abajo 30. ‘¿Qué quiero? ¿Qué quiero hacer?’ No era como si mi vida fuera tan mala. Estaba perdida, confundida, terriblemente insegura”.
Una película indie la devuelve a la carrera hacia el estrellato
A pesar de sus miedos, siguió adelante. Luego llegó a su vida Junebug, una película indie de bajo presupuesto sin estrellas. La cinta fue un éxito y todos hablaban de su maravillosa actuación.
Sobre su personaje en este proyecto de 2005, Ashley Johnsten, dijo: “Estaba tan expuesta y cruda y creo que yo también me sentí así. Ella tenía una vulnerabilidad. Me recordó a crecer y tener toda esta tristeza interna, pero enmascarándola con teatro musical y danza”.
Gracias a este filme, pasó de ser una desconocida a una estrella fulgurante. Su interpretación además le valió su primera nominación al Oscar en la categoría mejor actriz de reparto.
Tras este momento en su carrera, Amy siguió actuando. Un par de años después, vino el rol que terminó de catapultarla a la fama: la princesa Giselle en la exitosísima película de Disney Encantada.
Gracias a su trabajo en este clásico contemporáneo, estrenado en 2007, fue comparada con Julie Andrews. A partir de entonces, su carrera despegaría finalmente hacia el panteón de Hollywood.
Las nominaciones al Oscar de Amy Adams tras Junebug
Al año siguiente, en 2008, brilló con su actuación en La duda y se ganó su segunda nominación al Oscar. Empero, con este triunfo llegó también en lo personal otro periodo de temores.
“Tuve una crisis existencial en los Oscar, me senté junto a Sean Penn y Meryl Streep y pensé: ‘¿Qué estoy haciendo aquí? No pertenezco aquí. Todo el mundo puede ver a través de todo eso’. Sentí que me lo podían quitar todo”, recordó la estrella que ha admitido ser susceptible a las críticas.
A pesar de sus crisis, Amy siguió adelante con su carrera y también demostrando en incontables ocasiones que es una intérprete extraordinaria tanto como Penn y Streep.
En 2010, lo hizo con su actuación en The Fighter. Dentro del proyecto, encarnó a Charlene y su trabajo le valió su tercera nominación al Oscar. Nuevamente, no se lo dieron.
Dos años más tarde, cautivó al público y a la crítica con su trabajo en The Master bajo a la dirección de Paul Thomas Anderson. La nominaron al Oscar por cuarta ocasión, pero, otra vez, no lo ganó.
En 2014, el escenario se repitió cuando La Academia la nominó en la categoría mejor actriz por su actuación en American Hustle.
Cinco años después, el ciclo volvió a empezar cuando Amy recibió su sexta nominación a los Oscar por su interpretación en Vice y nuevamente no se lo otorgaron.
Empero, cuenta con otros numerosos premios, como dos Globos de Oro y un SAG Award. Además, acumula incontables nominaciones a otros galardones, como los Bafta y los Emmy.
En total, a lo largo de su carrera, Amy Adams ha trabajado en 63 producciones entre televisión y cine. Asimismo, también ha participado en obras teatrales aunque las pantallas ahora son su hogar.
La película Big Eyes (2014), la cinta de ciencia ficción Arrival (2016) y la miniserie de HBO Sharp Objects (2018) son otros de los proyectos en los que ha destacado en su carrera libre de escándalos.
La mujer en la ventana (2021) y Querido Evan Hansen (2021) son sus más recientes producciones . El público volverá a verla pronto como la princesa Giselle en el filme Desencantada.
Una discreta y feliz vida familiar
En cuanto a su vida personal, la artista está casada con el actor y pintor Darren Le Gallo, con quien mantiene una relación desde 2001, poco después de que se conocieron en una clase de actuación.
La pareja, que caminó al altar en 2015 tras pasar varios años comprometidos, además tiene una única hija llamada Aviana, quien tiene 12 años de edad.
Con el paso del tiempo, la angustia y la inseguridad de Amy Adams aparentemente mermó. Aprendió a alegrarse de sus éxitos, pero disfruta sobre todo su tranquila y normal vida tras cámaras.
“No me convertí en actriz para la validación, en absoluto”, reveló a Esquire. “Me gradué de la escuela secundaria y no tenía un conjunto de habilidades y no quería ir a la universidad”.
“Necesitaba un trabajo. Esto es lo que podría hacer. Y me gusta, pero puede ser muy doloroso. Te sientes tan vulnerable todo el tiempo en el set y expuesto. Pero yo tenía esa sensación de estar expuesta cuando era camarera, lo tengo en las fiestas cuando digo demasiado…”, concluyó.