Canoso, con el rostro cargado de arrugas y en papeles de hombre justiciero y valeroso, al menos dos generaciones disfrutaron de las más de 300 películas que hizo el actor mexicano, Mario Almada Otero, fallecido en 2016.
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Su historia en el cine lo hizo trascender y convertirse en el actor con el mayor legado en México y superó en fama a su hermano también actor Fernando Almada.
Según un reportaje realizado por El Heraldo, Mario Almada nació el 7 de enero de 1922 en Huatabampo, Sonora y brilló en el cine mexicano durante más de siete décadas.
Debutó en la gran pantalla en el año 1935 a la edad de 13 años con la película “Madre Querida”, a partir de allí vino el éxito en su carrera artística hasta el final de sus días.
La mayoría de los filmes que protagonizó eran del género western y de temática relacionada con el narcotráfico.
En los 60 una veintena de películas y varios premios
En los 60 ya Almada tenía en su haber una veintena de películas y en 1965 sustituye a Bruno Rey en la película Los Jinetes de la Bruja. Continuaría en cintas como Todo por nada (1968) y Por eso (1970), producidas por su hermano y su padre.
En 1969 Almada obtiene un papel en la película El Tunco Maclovio, al lado de Julio Alemán que por su actuación obtiene el premio Diosa de Plata al Mejor Actor Co-Protagónico.
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70 años de su vida los dedicó por entero a su carrera artística. En 2013 recibe uno de los reconocimientos que marcó su vida, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas le otorgó el Ariel de Oro por su trayectoria.
También fue reconocido con los premios Ariel al Mejor Actor en dos ocasiones y la revelación del año en 1968.
No siempre fue el canoso con sombrero
Pero Mario Almada no siempre fue el rostro marcado por las arrugas y con el cabello canoso bajo un sombrero. Resulta que el archivo del sitio IMDb guarda una foto histórica donde está Almada muy joven.
En los inicios de su carrera era uno de los actores más guapo de la época en la gran pantalla.
El 5 de octubre de 2016 a los 94 años de edad, falleció “el gran justiciero” del cine mexicano, el incólume “pistolero” que dominaba la escena del western mexicano con una serena mirada, imperturbable a pesar de que su entorno se cayera a pedazos.