Este 30 de junio, Fernando del Solar dejó de existir luego de que se confirmara su muerte a los 49 años tras perder una dura batalla contra el cáncer.
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Sin embargo, en vida, Fernando del Solar destacó la fecha del 12 de julio de 2012, la cual jamás iba a olvidar, pues fue en aquel entonces cuando el carismático presentador logró cumplir uno de sus más grandes sueños profesionales, conducir el exitoso reality de La Academia.
Lamentablemente, ese mismo día al recibir la noticia que sería conductor de La Academia, el gran momento de felicidad se vio empañado por otro suceso que cambiaría su vida para siempre, pues se confirmó su diagnóstico por cáncer. Una noticia que enfrentó con total fortaleza en medio de un momento muy importante de su vida.
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En el programa especial de la celebración de los 20 años de La Academia, habló de cómo fue que la oportunidad de su vida y su diagnostico que llegaron al mismo tiempo.
“Me acuerdo que justo habíamos conseguido una cita el 12 de julio de aquel año, del 2012, y ese día, en cadena nacional, el que era el director de entretenimiento me iba a dar el honor de conducir La Academia”, declaró.
“En el mejor momento de mi vida, la sensación de: La Academia, el conductor de La Academia, el estelar, en el prime time, horario central, o sea lo que siempre había querido, lo que siempre había deseado me lo iban a estar dando ese día en vivo, y en la noche, a las 12 de la noche, me iba a recibir el oncólogo para confirmar si tenía cáncer o no”, agregó.
Fernando recordó que en medio de la alegría que sentía al saber que se convertiría en el conductor de La Academia, la incertidumbre también era un sentimiento constante, incluso el día en el que por todo lo alto se hizo el anuncio de su participación en el reality, pues sabía que horas más tarde se enfrentaría con la verdad.
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“Yo estaba en el foro recibiendo esta noticia feliz, pero a la vez, imagínense, con el miedo de que si en unas horas me dicen que tengo cáncer. El oncólogo lo único que hace es confirmar que tienes cáncer. Me acuerdo que yo me hacía chiquito en la silla mientras el doctor me decía: ‘y bueno, vamos a hacer tal tratamiento, y quimioterapias…’, y uno se hace chiquito y lo único quiere es salir de ese lugar a gritar. Y a partir de ese momento cambió mi vida para siempre”, agregó.
“No debí haber hecho esa Academia”
El argentino reconoció que fue un error aceptar el proyecto de La Academia, sin embargo, dijo que no se arrepentía, ya que eso lo ayudó a olvidar el proceso.
“Cada día era como una despedida constante: ‘es la última vez que veo a mis hijos, no los voy a ver crecer’, todo se veía, todo se transitaba como si fuera la última vez. Y bajo este contexto, yo estaba haciendo una Academia, hoy también con el tiempo digo: ‘No debí haber hecho esa Academia, bajo ninguna circunstancia’”, recordó.
“Me aferré a La Academia con uñas y dientes, porque para mí fue una manera de escaparme, escaparme de estar encerrado en mi casa. Y hacer La Academia me obligaba a levantarme de la cama, a rasurarme, a verme bien, a tener algo en qué pensar en vez de torturarme durante todo el día dentro de las cuatro paredes de mi casa”, agregó.