Como pocas veces lo ha hecho, Jennifer Lopez aprovechó su documental en Netflix denominado Halftime, para sincerarse sobre los episodios más importantes de su vida, como el divorcio de Marc Anthony.
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En el repaso sobre las vivencias profesionales y personales, salió a colación la separación de los famosos en 2011 cuando sus mellizos eran apeñas unos niños. Esto golpeó duramente a la diva del Bronx al ver que su proyecto familiar se estaba destruyendo.
“Como artista, creo que perdí parte de mi identidad al tratar de construir una vida perfecta, una vida familiar”, dijo, de acuerdo con Hola.
Para principios de los 2000, su romance con el salsero era muy mediático y el nacimiento de Max y Emme lo acrecentó, convirtiéndose públicamente en el ideal de modelo a seguir.
“Cuando mis hijos tenían tres años, me divorcié. Era una mamá soltera con dos niños pequeños. A los 42 años los papeles de cine no llegaban a mi puerta y cuando volví a trabajar sentí que ya no sabía cuál era mi valor”, reveló en el documental visiblemente conmovida.
No obstante, el punto que cambió todo fue convertirse en jueza de American Idol. Ahí tuvo la oportunidad de reinventarse y volver a encontrar la ilusión de seguir marcando pauta en el espectáculo.
“Ese fue mi primer gran trabajo después de tener a mis bebés. Fue bueno para mí porque la gente podía verme por quien era, y eso cambió todo”, aseveró sobre el renacimiento de su carrera.
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Hoy día, Jennifer Lopez y Marc Anthony llevan una sana copaternidad admirable luego de su divorcio. Prácticamente lucen como mejores amigos que se apoyan y comparten en beneficio de sus hijos.
El vínculo entre ellos comenzó luego de conocerse en 1999 para grabar la canción No me ames y en junio de 2004 se dieron el “sí quiero”.
“Lo que la gente no sabía es que mi vida en realidad no eran tan buena”, confesó tiempo atrás. “Mi relación se estaba viniendo abajo y estaba aterrorizada”, dijo.