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Los sacrificios que Kim Kardashian ha hecho por lucir bien: no son sanos y no podemos normalizarlos

Kardashian nos recuerda que no debemos adaptar nuestro cuerpo a la moda, sino viceversa.

Kim Kardashian
Kim Kardashian La socialité ha experimentado con looks muy arriesgados y extravagantes, que además de incómodos, ponen en riesgo su salud.- Instagram

No me importa cómo de incómodo sea, no me importa cuánto tiempo lo tenga que llevar puesto, incluso si tengo que usar un pañal y no ir al baño”, dijo Kim Kardashian en una entrevista en The Ellen Degeneres Show al respecto de los exigentes looks que suele llevar.

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El último de ellos ha sido un icónico vestido que lució la mismísima Marilyn Monroe cuando le cantó el cumpleaños al presidente Kennedy en 1962 y que se ha convertido en el centro de la polémica, no solo por sacarlo de su estado de conservación, sino por los cambios exprés que le tuvo que hacer a su figura.

Para entrar en él, la socialité tuvo que perder 7 kilos en tres semanas, haciendo modificaciones drásticas en su alimentación. “Fue todo un desafío. Era como prepararse para un papel de una película. Estaba decidida a encajar en él. No he comido carbohidratos ni azúcar en unas tres semanas”, expresó.

Por supuesto que, después de tales exigencias, la famosa celebró en la MET Gala con “un festín de pizza y donas”, tal como reseñó El País. Un ejemplo de dieta y atracón con el que vienen luchando los profesionales de la salud desde hace años porque no es sano y responde meramente a temas superficiales.

Kim Kardashian se ha convertido en el ícono de la vanidad, al modificar su cuerpo o hacer sacrificios que ponen en riesgo su propia salud solo en nombre de la moda, de convertirse en noticia o reventar las estadísticas en Instagram

Porque no es la primera vez que la mujer de 41 años lo hace. En la misma gala, pero de la edición de 2019, confesó que tuvo que tomar clases de ejercicios respiratorios para poder lucir un corsé de Thierry Mugler.

Esta pieza le impedía tener libertad de movimiento y ni siquiera pudo cenar cómodamente, siendo parte de esas veces que la millonaria promovió una cultura de dieta peligrosa y hábitos tóxicos para entrar en una determinada talla o ser dignos de admiración, dando fuertes retrocesos al movimiento de positividad corporal.

En definitiva, un mal ejemplo para miles de mujeres jóvenes que la tienen como referencia, pues aunque su marca SKIMS promueve la diversidad corporal, ella se enfrasca en seguir fomentado estándares de belleza irreales y siendo esclava de su físico.

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