Con un indiscutible talento y atractivo físico, Mario Cimarro está consagrado como uno de los actores de telenovelas más exitosos en la historia del género televisivo latinoamericano.
No obstante, dicho reconocimiento no llegó de la noche a la mañana. El cubano de 50 años ha recorrido un tenaz camino de incansable trabajo y constancia durante más de dos décadas.
Su sueño de convertirse en un gran intérprete comenzó a materializarse a mediados de los 90 cuando debutó como actor en el melodrama mexicano Acapulco, cuerpo y alma (1995-1996).
A partir de entonces, gracias a sus dotes actorales y su apariencia de galán, el entonces novel histrión comenzó a ligar papeles en diferentes producciones. Entre ellas, La usurpadora.
El look de Mario Cimarro cuando actuó en La usurpadora
En 1998, con tres proyectos a sus espaldas, un jovencísimo Cimarro se ganó un importante papel secundario en la telenovela protagonizada por Gaby Spanic y Fernando Colunga.
En el emblemático melodrama de Televisa, el artista se destacó interpretando al recordado Luciano Alcántara, uno de los amantes de la malvada antagonista de la historia, Paola Bracho.
Dentro de la trama, el atractivo y acaudalado joven es el único de los amantes de la villana que estuvo presente cuando esta conoció a Paulina Martínez y la forzó a usurpar su identidad.
Cuando intercambian sus lugares, Luciano chantajea a la usurpadora por dinero a cambio de no revelar a los Bracho que ella no es la verdadera esposa del galán Carlos Daniel.
Sin embargo, en un punto de la historia, no logra sacarle dinero a Paulina con sus tácticas de extorsión y decide destapar la verdad a la familia Bracho nuevamente por una suma dinero.
Después de haber expuesto a la protagonista, Luciano cambia radicalmente. Y es que encuentra el amor en una mujer llamada Esther y se casa muy enamorado con ella.
Muy pronto, ambos se encuentran esperando a su primera hija y la dicha lo embarga. En medio de esta etapa, Luciano descubre que Paulina enfrenta un juicio por suplantar a Paola.
Entonces, decide declarar a favor de la usurpadora contando todo lo que presenció el día que se conocieron las gemelas pese a las consecuencias que enfrentaba como cómplice.
En cada una de sus escenas en el mundialmente exitoso teledrama, el intérprete de entonces 27 años dejó todo para probar su talento y mostrar que era más que un rostro bonito.
Su esfuerzo, dotes artísticas innatas y su apariencia en la flor de la juventud quedaron inmortalizados en los fotogramas de la telenovela que logró despuntar su carrera actoral.
De hecho, tras su participación en La usurpadora, el siguiente proyecto de Mario Cimarro fue La mujer de mi vida (1999), un teledrama en el que hizo su gran debut como protagonista.
El resto es una historia de triunfos con actuaciones protagónicas en algunos de los melodramas más exitosos de las últimas décadas, como Gata salvaje y Pasión de gavilanes.