Estamos acostumbrados a leer y escuchar todos los días sobre el éxito que alcanzan nuestros ídolos. Estamos 24/7 con la mira en su siguiente movimiento y cuando un día despertamos con la noticia de su repentina muerte, se siente algo demasiado cercano.
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Especialmente cuando se trata de estrellas jóvenes, sufrimos una sacudida, un escalofrío que nos recorre de pies a cabeza y que nos recuerda nuestra vulnerabilidad como seres humanos.
La reciente muerte de la cantante brasileña Marília Mendonça estremeció al mundo entero. Tenía apenas 26 años pero ya se había posicionado como una de las grandes promesas de la música del género sertaneja, uno de los más populares de país suramericano.
La intérprete había partido alrededor del mediodía del viernes desde la ciudad de Goiânia, para hacer una gira por Minas Gerais. Había subido unas cuantas historias de Instagram en las que aparecía hablando con algunos fans afortunados por teléfono como parte de una dinámica para acercarse a ellos.
También publicó un último video burlándose de su dieta, lamentando que no podría comer todos los manjares de aquella región. Horas después, comenzó a circular la noticia de que una pequeña aeronave se había estrellado en la zona rural de Piedade de Caratinga.
Se confirmó que se trataba de la aeronave que transportaba a la cantante y que estaba entre las víctimas fatales.
A sus 26 años, Marília ya se había consolidado como una de las artistas de mayor impacto e influencia en la música de su país. Fue ganadora de diversos premios y reconocimientos, incluyendo un Grammy Latino en 2019 y lideró la Brasil Hot 100 Airplay con su música.
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Su carrera fue corta pero proliferó como la grande que era y ahora su legado seguirá vivo a través de sus composiciones e impacto que dejó en quienes la conocieron y siguieron.
Como ella, otros famosos han conmocionado al mundo con sus muertes a temprana edad.
En México, el actor Octavio Ocaña, de apenas 22 años, falleció en días recientes tras un incidente en una carretera en el que recibió un impacto de bala. Comenzó su carrera desde que tenía 6 años y se hizo de gran fama gracias al personaje de “Benito Rivers” en la serie de comedia Vecinos.
En julio de 2019, la noticia de la muerte de Cameron Boyce estremeció al mundo. La estrella de Disney Channel tenía apenas 20 años pero falleció a causa de unas complicaciones derivadas de la epilepsia que padecía.
El 20 de diciembre de 2009, la repentina muerte de la actriz Brittany Murphy, de entonces 32 años, causó confusión por los eventos que la rodearon. Los reportes afirmaron que simplemente había colapsado en su casa de Hollywood Hills. Ella había estado enferma unas semanas antes pero nadie pensó que sería algo que la llevaría a la muerte. Se habló de consumo de medicamentos prohibidos, de un trastorno de anorexia y problemas con un soplo cardiaco.
La muerte de los jóvenes se lamenta intensamente, ya que es inesperada y “desafía” las leyes naturales de la vida. Es decir, desde niños se nos dice que todos morimos eventualmente cuando somos ancianos, ¿por qué entonces hay quienes lo hacen tanto tiempo antes? Cuando una estrella muere, deja de ser una mera pérdida personal, se convierte en una tragedia pública. Nos da ese golpe de realidad que nos dice que nadie es inalcanzable, que todos somos vulnerables y que no importa quién seamos, el momento llega cuando menos esperamos.
Aunque este mundo de hiperrealidad nos ha acostumbrado a tener todo al alcance, nos seguimos quedamos con muchas preguntas que no tendrán respuesta cuando se trata de un evento así de impactante.
