Robin Williams sin duda dejó una huella importante en todos aquellos que crecimos con sus películas. Y aunque han pasado siete años de su muerte, sigue siendo un referente gracias a las valiosas lecciones que dejó.
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El actor dejó todo un legado a través de personajes entrañables como Mrs. Doubtfire, el sabio profesor John Keating o el adorable extraterrestre Mork. Pero mientras que al exterior mostraba una gran alegría y amor a la vida, al interior estaba sufriendo.
Parecía tenerlo todo: una carrera exitosa, una familia unida y el respeto y admiración absoluta del público. Siempre sonriente, dedicado a hacer felices a todos los que estaban a su alrededor.
Pero Williams decía que las personas más triste siempre hacen todo por hacer feliz a los demás.
“Creo que las personas más tristes siempre hacen todo lo posible para hacer felices a las personas porque saben lo que es sentirse absolutamente inútil y no quieren que nadie más se sienta así”.
Un enemigo silencioso llevó a Robin Williams a acabar con su vida
El 10 de agosto de 2014 el actor de entonces 63 años fue encontrado muerto en su domicilio, desatando un sin fin de teorías sobre lo que lo llevó a tomar esa decisión. Se habló de drogas, problemas económicos y depresión. Su representante, Mara Buxbaum, fue la encargada de hacer pública la noticia.
“Hace tiempo que luchaba contra la depresión. Esta es una muerte trágica y repentina. La familia pide respeto a su dolor y privacidad en estos momentos tan duros”, afirmó.
Años más tarde, en el documental Robin’s Wish, se reveló que el actor había sido diagnosticado con demencia con cuerpos de Lewy (Lewy Body Dementia), una enfermedad degenerativa, el segundo tipo de demencia más común detrás del Alzheimer. Es devastadora y evoluciona rápidamente.
«No fue hasta después de la muerte de Robin, en la autopsia, que se reveló la fuente de su terror: tenía la enfermedad de cuerpos de Lewy difusos. Fue uno de los peores casos que habían visto los profesionales médicos», reveló <strong>Susan Schneider Williams</strong>, viuda de Robin Williams.
Nunca hay que subestimar el dolor ajeno. Cada quien está librando una batalla diferente.
Cuando escuchamos hablar de famosos que han perdido la batalla contra los trastornos de salud mental, es inevitable sentir un escalofrío y un malestar inexplicable.
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La conversación en torno a los problemas de salud mental que aquejan a la sociedad ha estado cada vez más abierto sin embargo, sigue siendo un tema complicado que a menudo es malinterpretado e ignorado.
Mientras algunos famosos se han convertido en voceros de campañas del cuidado de la salud mental para alentar a la población a tratarse y normalizar el pedir ayuda, otros han mostrado el lado más trágico y oscuro de lo que significa padecerlas.
Williams nunca habló del peso que cargaba en sus hombros, ni se mostró abrumado. Eso es lo que hace de los trastornos de salud mental algo tan delicado y una razón por la que no podemos subestimar ni juzgar el dolor ajeno.
Debemos desestigmatizar las enfermedades mentales y que un tratamiento profesional es una ayuda necesaria.
La tristeza puede convertirse en depresión y la depresión en tragedia y ésta se puede prevenir. El peligro está en que muchas veces se disfraza de una sonrisa, haciendo que muchos lidien con el dolor en silencio.
Todos estamos librando una batalla diferente por eso es tan importante tratar a otros con empatía, lejos de juicios y suposiciones.
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