Britney Spears logró lo impensable: hablar en una audiencia sobre los abusos que ha vivido bajo la tutela de su padre, Jamie Spears.
«Sólo quiero recuperar mi vida», dijo durante la audiencia virtual, mientras le pedía a la corte que pusiera fin a su tutela.
La crisis que tuvo Britney en 2007 fue lo que llevó a su padre a pedir la tutela. En 2008 la cantante lo perdió todo incluyendo importantes proyectos y contratos y Jamie pasó a tener control absoluto de sus finanzas, así como de cada uno de sus movimientos.
Britney no es libre de elegir qué cantar, ni cuándo ni dónde; no puede hacer uso de su propio dinero, ni tampoco salir con quien quiera. También ha tomado medicamentos contra su voluntad y fue obligada a llevar un DIU para no tener más hijos.
Pero sin importar el crudo testimonio de la intérprete de Baby One More Time, un juez ha negado su petición de retirar la tutela hasta que presente una petición formal para terminar el arreglo.
«La solicitud de suspender a James P. Spears inmediatamente después del nombramiento de Bessemer Trust Company of California como único administrador del patrimonio se niega sin prejuicio», revelan los documentos judiciales, según USA Today.
Y mientras ella sigue condenada, incongruencias como la liberación de Bill Crosby han hecho cuestionar como nunca las decisiones del sistema.
El comediante estadounidense Bill Crosby ha sido objeto de denuncias de agresión sexual y fue condenado por agresión indecente agravada en 2018. Sin embargo, el tribunal más alto de Pensilvania ha decidido liberarlo después de que cumplió dos años tras las rejas.
¿Y eso qué significa? Que la Corte Suprema de Pensilvania revocó la condena de Crosby y le permitió salir de la cárcel como un hombre libre. Ya no está obligado a inscribirse como depredador sexualmente violento en el registro de delincuentes sexuales.
Las denuncias contra Crosby
Aproximadamente 60 mujeres lo han acusado de violación, agresión sexual facilitada por drogas, agresión sexual, abuso sexual infantil y conducta sexual inapropiada.
Una de las acusaciones proviene de Andrea Constand, una ex empleada de la Universidad de Temple, quien aseguró que Crosby la drogó y agredió sexualmente en su casa en los suburbios de Filadelfia en 2004.
Constand testificó que el comediante le dio pastillas azules de origen desconocido, y que después de que ella perdió el conocimiento, abusó de ella.
Crosby ha mantenido su inocencia y ha negado repetidamente las acusaciones hechas en su contra. La anulación de la condena se debió a que los fiscales violaron los derechos de Crosby al incumplir una promesa aparente de no enjuiciarlo.
Mientras la Corte Suprema de Pensilvania dictaminó que Crosby no debería ser acusado, después de llegar a un acuerdo con un fiscal anterior, la Corte Superior de Los Ángeles falló sobre una solicitud del abogado de Spears, dejando el caso inconcluso.
Aunque son dos casos completamente diferentes, es imposible no preguntarse qué es lo que hace que una víctima siga siendo cuestionada y el agresor perdonado.
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