La estrella estadounidense Kim Kardashian sufrió en 2016, durante la Semana de la Moda de París, un robo valorado en 11 millones de dólares. Fue considerado el golpe del siglo y uno de sus autores, Yunice Abbas, acaba de publicar un libro con su versión del rocambolesco atraco.
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«J’ai séquestré Kim Kardashian» (Yo secuestré a Kim Kardashian) no es un relato que blanquea los hechos. Abbas los asume y se congratula incluso de que todo sucediera «muy bien y muy rápido. Entre la llegada y la salida no pasaron ni diez minutos», cuenta en entrevista.
Él, que tiene 67 años, dos hijos y tres nietos, no conocía a la potencial víctima. Sabía solo que era una mujer famosa, y en cuanto al día siguiente fue consciente del eco mediático, nacional e internacional, se arrepintió al momento.
«Me dije: Estamos acabados porque van a poner todos los medios. Cada cámara callejera, cada testigo posible», señala quien, tras haber pasado ya por este caso 22 meses detenido, hasta octubre de 2018, está ahora en libertad provisional a la espera de juicio.
Su grupo fue conocido como «la banda de los yayos» porque sus cinco integrantes tenían entre 60 y 72 años. Pero detrás de esos abuelos había gente con un pasado delictivo que planeó su golpe durante semanas, aprovechando la invisibilidad que su aspecto anodino les daba a la hora de examinar el futuro lugar de los hechos.
Kardashian y parte de su séquito se encontraba en la capital francesa para asistir a los desfiles de la Fashion Week, y el día del atraco, la noche del 3 de octubre, los astros se alinearon para Abbas y los otros cómplices.
El guardaespaldas de la estrella, una de sus hermanas y el chofer de la limusina se habían ido a una discoteca, y su madre estaba descansando en el hotel. Ella se quedó en el apartamento alquilado acompañada de su secretaria.
«Lo que nos interesaba era su diamante. Eso fue lo que nos atrajo. Tenía fotos con él por todas partes», cuenta Abbas sobre ese anillo de compromiso con el rapero Kanye West. La sorpresa llegó cuando también encontraron joyas prestadas por casas de lujo.
Un robo sin violencia
Con falsas chaquetas de policía entraron en su residencia. El autor de «J’ai séquestré Kim Kardashian» se encargó del conserje. Lo maniató y el resto del grupo se lo llevó al apartamento para utilizarlo como traductor porque hablaba inglés.
Abbas nunca llegó a conocer a la reina por antonomasia de los programas de telerrealidad, con 203 millones de seguidores en Instagram.
Pero, según su propia versión, el robo en sí fue de manual. «No hubo necesidad de amenazar. Ella colaboró. En general siempre es así. No hay razón para resistirse, sería tonto», agrega este francés de origen argelino y residente en la periferia de París.
A Kardashian también la maniataron y aunque su secretaria se escondió en el baño y llamó a la policía, la banda volvió a estar de suerte: marcó el 911, el número de emergencias estadounidense, y no el francés 112, lo que les dio tiempo suficiente para coger las joyas y huir, en bici y también a pie.
A Abbas, que en total ha pasado cerca de 21 años encarcelado debido a otros atracos del pasado, lo traicionaron los restos de ADN que, a pesar de haberse puesto dos guantes, quedaron en la cuerda con la que ató al conserje.
Sus cómplices también fueron localizados y al juicio en el Tribunal Penal por robo en banda organizada y secuestro, que sentará en el banquillo a 12 sospechosos, le queda al menos un año.
Abbas, que se apuntó a ese robo porque necesitaba dinero para hacerse con un local en el que trabajar como mecánico, dice que recibió solo 84.270 dólares del botín y tiene tan claras sus posibilidades de volver a entrar en prisión que acudirá a la audiencia con una mochila preparada para ello.
Es improbable que coincida en persona con Kardashian, pero de hacerlo, le pediría perdón. «Si no quiere o no puede está en su derecho. Yo lo lamento, pero no puedo hacer más, no puedo volver atrás».
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