El 28 de agosto de 1996 la princesa Diana se divorció oficialmente del príncipe Carlos después de varios años de sentirse atrapada en un matrimonio donde hubo infidelidades, escándalos y presión de personas externas.
Aunque había terminado ese importante capítulo en su historia, la buena labor como integrante de la familia real que la hizo la favorita del pueblo y ser la madre de los herederos al trono, le aseguró conservar varios privilegios para hacer su vida libremente.
Lujos de la princesa Diana después del divorcio
Antes de dar el adiós definitivo, y después de recibir una carta en donde la reina Isabel les exigía divorciarse por el bien de la corona, tuvieron que llegar a un acuerdo en el que ambas partes salieran beneficiadas y estuvieran satisfechas, en el cual ella pudo asegurar su comodidad.
Oficina y vivienda
Según la reseña de VIX, el príncipe Carlos y la princesa Diana tenían oficinas juntas pero luego de la determinación de hacer sus vidas aparte, concluyeron que lo mejor era buscar una nueva para la madre de William y Harry.
Fue entonces cuando se le ubicó un cómodo espacio en el Palacio de Kensington, donde también residía, para encargarse desde allí de sus compromisos y actividades benéficas pues nunca dejó de lado su labor humanitaria.
Ahí mismo tenía un departamento que compartió con sus hijos en vida, sitio en el que ellos crecieron, y que originalmente iba a ser la residencia de la familia pero Carlos prefirió pasar su tiempo en Highgrove House.
Conforme con 20 minutos, en ese lugar tenía encuentros con Camila de Cornualles en los años de su matrimonio. Su residencia oficial es Clarence House, en Londres.
Fortuna
De igual manera, la princesa Diana aseguró ingresos económicos que le permitieran ofrecerle una calidad de vida óptima a sus hijos cuando estuvieran bajo su cuidado y que ella pudiese disfrutar de su estilo de vida.
Según la misma fuente, las cifras ascendieron hasta los 22 millones de dólares más 600 mil dólares anuales para los gastos de su oficina, aunque esta información fue difundida por los medios y no por la propia monarquía.
Aun así, tuvo que renunciar a algunos lujos a los que estaba acostumbrada pero pudo empezar a disfrutar más de su libertad, pasiones y deseos.
Ese dinero fue heredado a sus hijos después de su muerte y también se le permitió conservar las joyas acumuladas desde su entrada a la familia, incluyendo el anillo de compromiso, con solo la excepción de la tiara Cambridge Love Knot.
Título
En cambio, lo que sí le dolió perder a la princesa del pueblo fue su título como «Su Alteza real», lo que hacía que tuviese que hacerle reverencia a cualquier miembro de la realeza, incluyendo a sus hijos.
Sin embargo, sí pudo quedarse con el de princesa de Gales, que hasta la actualidad le sigue perteneciendo porque la nueva esposa del príncipe Carlos, la duquesa de Cornualles, no tiene intenciones de tomarlo en señal de respeto.
Medios afirman que William, futuro rey de los británicos, en una ocasión le prometió a su madre que cuando él tuviese la corona le devolvería ese título que su exesposo se negó a concederle.
Buenas relaciones
En beneficio de los niños, la pareja decidió mantener una custodia compartida en la que ambos se dividieron el tiempo libre con los actuales esposos de Meghan Markle y Kate Middleton.
Además, ella podía ser invitada a eventos de la realeza cuando así lo quisieran.
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