La serie de Netflix Bridgerton tiene hipnotizados a los amantes de las novelas de época, con protagonistas que se sienten atrapadas en una sociedad que espera que sólo sean buenas esposas. Los vestuarios Es fácil dejarse atrapar por los hermosos escenarios y majestuosos vestuarios, además de las estupendas actuaciones del elenco.
La serie está basada en las novelas de Julia Quinn, ambientadas en competitivo mundo de la alta sociedad de Regency London. La adaptación de Netflix cuenta el momento en que Daphne está a punto de entrar en el ‘mercado matrimonial’ de Londres, con el fin de que encuentre un buen esposo que la mantenga sin embargo, ella quiere seguir los pasos de sus padres y casarse por amor.
Las cosas se ponen tensas cuando una revista en la que escribe la misteriosa Lady Whistledown comienza a atentar contra la reputación de Daphne. Es entonces cuando el rebelde y soltero codiciado duque de Hastings aparece en su vida para darle un giro de 180º.
La sensualidad y la pasión son un punto clave dentro de la trama . Mientras que muchas hemos quedado prendadas del guapísimo Regé-Jean Page como el Duque de Hastings y suspirado con esos intensos encuentros con Phoebe Dynevor como Daphne Bridgerton, hay un debate entre si en realidad son una pareja romántica o tóxica.
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Desde el momento en que Simon, el duque de Hastings, aparece en la pantalla, se adueña de la habitación. El personaje es encantador, está escrito para hacer tambalear las rodillas de las señoritas que quisieran desposarlo, aún cuando este está negado a pensar en matrimonio.
Si bien el enamoramiento de Daphne y Simon puede parecer digno de desmayo y un relationship goals, en realidad puede haber algo bastante tóxico si se hace una inspección más a fondo.
Y es que si bien logran puntos en común, ambos recurren al engaño y la manipulación para escapar de sus compromisos. Mientras que Daphne ve a Simon como la excusa perfecta para evitar ser obligada a casarse, este la ve como una fachada para ocultar su promiscuidad.
La relación entre ambos parece contradictoria ya que Daphne no quiere ser parte de ese «mercado matrimonial» pero sí quiere seguir un camino tradicional en el que encuentra al amor de su vida para formar una familia. Simon parece un gran partido por su atractivo físico y gran elocuencia pero quiere seguir siendo un soltero libre. La relación entre ambos se fortalece pero en realidad, esperan a que el otro ceda ante sus ideales.
Por si fuera poco, la personalidad de SImon es bastante arrogante, egoísta y nunca revela sus verdaderos sentimientos, al contrario, sigue haciéndose «el interesante» con Daphne, poniendo sus propias necesidades por encima. De acuerdo, sigue siendo muy guapo y galante pero en la vida real y en tiempos modernos, un sujeto así no da la certeza de un compromiso o estabilidad, ¿o sí?
Lo cierto es que ni Simon ni Daphne están dispuestos a considerar los deseos del otro por encima de los propios.
Un ejemplo de esto es cuando el duque anuncia que «no puede tener hijos» antes de su compromiso, presentando esto como una dificultad biológica que ella tiene que aceptar, en lugar de explicar que se debe a un voto que le hizo a su padre abusivo. Mientras que las razones de Simon son válidas para él, sigue siendo una mentira frente a Daphne, quien no duda de él.
Y bueno, ambos usan el sexo como una herramienta para sentirse cerca el uno del otro, sin algo más que los conecte emocionalmente.
Hay algo de Chuck Bass y Blair de Gossip Girl o Edward Cullen y Bella Swan en ellos, donde su relación está construida a partir de los obstáculos que les pusieron enfrente.
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