Fragmentos de una mujer, es la película de Netflix que ha cautivado a miles de personas a pocos días de su estreno. Su reflexión sobre la pérdida, el duelo y la depresión hacen que miles de personas se identifiquen con sus personajes y su dolorosa historia. Todo comienza después de que una pareja joven que planea que su bebé nazca en casa, sufre la pérdida de su bebé. A partir de ahí la madre descubre que nadie entiende verdaderamente cómo es perder a un hijo.
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Fragmentos de una mujer y la importancia de respetar el dolor ajeno
La crudeza del parto
Todo comienza cuando llega el momento del parto, veinticinco minutos en que la madre, Martha grita de dolor extremo mientras la suplente de su partera intenta contener la situación. A pesar de su calma podemos ver que no se trata de un nacimiento normal, es más doloroso, más difícil. Finalmente la bebé muere por complicaciones, dando paso a un comienzo desgarrador para la audiencia.
Martha intenta seguir con su vida pero su dolor no se acaba al momento de perder a su hijo, todo le recuerda a los momentos traumáticos que vivió y su cuerpo pasa por una serie de cambios post parto que no puede compartir con nadie y tampoco puede vivirlo como una nueva mamá.
El duelo no es igual para todos
El sufrimiento parece acabar con todo, con su familia, sus amistades e incluso con su capacidad de sentir, pues en varias ocasiones Marta se muestra completamente desconectada o simplemente furiosa. Sus barreras emocionales hacen que las personas cercanas se disgusten y busquen castigarla por no vivir su dolor como ellos piensan que debería hacerlo. Parece no ser suficiente que haya perdido a su hijo, sino que también debería saber cómo enfrentarlo sin incomodar a otros.
El duelo de Martha es uno de los temas principales de la película pero algo que los demás personajes no pueden comprender. Para ellos el demandar a la partera es un paso lógico que les ayudará a sentirse mejor, pero para Martha esto no es una solución.
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La importancia del perdón
Todos parecen querer dictar cómo debería sentirse y qué debería hacer, pero para alguien que pasó por una experiencia traumática no es tan simple como expresar sus sentimientos o interponer una demanda, el dolor no se va sino que se queda en la mente y la entumece.
Es por eso que la película se vuelve relevante, porque no pretende fijar una postura sobre la pérdida de un hijo ni sobre los partos caseros, sino señalarnos a nosotros mismos como parte de una sociedad que castiga a quienes sufren de manera diferente a lo que denominamos como normal, y busca culpables ante una tragedia sin permitirle a los involucrados sanar en sus propios términos. Al final Martha es quien expresa esta idea con palabras cuando se dirige a los asistentes del juicio contra la partera y dice: «Puede que exista una razón para lo que pasó pero no la vamos a encontrar en este lugar». Lejos de buscar venganza, le agradece sus esfuerzos por salvar a su hija, dejando de lado el enojo y dando paso al perdón.
Finalmente su acción le permite no sólo perdonar a la partera quien estuvo con ella durante la muerte de su bebé, sino también a sí misma. Este momento es uno de liberación de la culpa, pues se da cuenta que no fue ella quien provocó la muerte de su bebé al elegir un parto casero en lugar de ir a un hospital y tampoco es su culpa que no pueda procesar el dolor como su familia espera, el perdón es también hacia ella misma y es un paso más hacia la sanación.
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