Valentina Bassi, con 19 años, acababa de llegar de Trelew, su ciudad natal a Buenos Aires. Estudiaba teatro. Hasta que un un casting le cambió la vida.
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MARÍA SOLEDAD MORALES
En 1993, Bassi, fue escogida entre más de 600 chicas para interpretar a María Soledad Morales, una joven asesinada y violada en en Catamarca, entregada por su novio, 12 años mayor que ella, a unos jóvenes entre los que se encontraban un hijo de un diputado nacional, un primo del Gobernador de la ciudad ,el hijo del intendente y el hijo del jefe de la Policía.
El crimen ocurrido en 1990 conmocionó a Argentina, debido solo fueron imputados dos de ellos, Guillermo Luque, el novio de la joven y Luis Tula, ocho años después y pese a que fueron condenados a penas más largas, a los 14 años del crimen no quedaba nadie preso por el femicidio.
La crueldad del crimen de María Soledad conmocionó a la sociedad argentina, debido a la crueldad con que se cometió (fue alcohol y cocaína hasta que murió por un paro cardíaco) y a la impunidad de la que gozaron los llamados «hijos del poder».
Bassi, recuerda cómo pasó ese casting «eterno» y menciona este debut como «conmovedor».
«Yo tenía 29 años, sabía del crimen de María Soledad, ella tenía mi edad. Yo registré mucho ese femicidio, yo era de la Patagonia, Trelew, y estaba recién llegada a Buenos Aires. Había algo provinciano en mí que creo que se transmitía a la pantalla», comenta.
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La actriz, menciona que «fue un compromiso más social que creativo» y admite que le parecía un personaje muy complejo para interpretar.
ROLES DE GÉNERO
Muchos de los papeles que ha interpretado la artista tienen que ver con el machismo, primero fue El caso de María Soledad, de Héctor Olivera, después Patrón, de Jorge Rocca, donde encarna a una adolescente obligada a casarse con un hombre mucho mayor que ella, su personaje de Martirio en el teatro La Casa de Bernarda Alba, de José María Musicari, también la obra teatral Medea en Manhattan de Lia Jelin y Al desierto, un filme dirigido por su marido, Ulises Rossell, en 2017 en el que da vida a una mujer engañada para conseguir un trabajo que es obligada por su captor a recorrer parte del desierto patagónico.
Al proceder de la Patagonia, esta película Bassi cuenta que la disfrutó mucho.
«El volver a la Patagonia para mí fue muy importante y sentir que se está filmando la Patagonia como era, con esa aspereza, yo creo que la Patagonia es áspera pero maravillosa a la vez, tiene algo muy rudo que a veces en la postal no se ve», reflexiona .
Respecto al haber hecho tantos papeles que ahora mismo cobran tanta importancia, la actriz admite que cuando interpretó a María Soledad el feminismo prácticamente era un gran desconocido, y ella no tenía la edad y madurez suficiente para digerirlo, pero sí fue un artífice para que se llevase a hacer las preguntas relacionadas con el feminismo, que la mayor parte de jóvenes de su edad, no se hacían.
Ella, define todas esas interpretaciones como «una gran casualidad».
«Sí me doy cuenta que al haber estado en contacto con María Soledad a los 19 años como que tuve mucha información y vi como justificaban los crímenes, por lo que desde muy temprano tomé conciencia, no solo la violaron y la mataron, la degradaron y tuve muchos encuentros con muchos periodistas que realmente justificaban el asesinato, como que se la buscó y yo me indignaba en esos momentos. En entrevistas decían dicen que María Soledad quizá era rápida o la adjetivaban de alguna forma, decían ‘qué loco, qué feo’, pero añadían un pero, y el pero ya lo estaba justificando», desarrolla.
El periodismo rancio, amarillista, sediento de morbo, ayudó también a una joven Valeria a aprender a defenderse.
«Tuve mucha información de golpe, también tuvimos más herramientas para manejarnos, no era fácil hacerlo con los periodistas de esa época […], muchos cuestionamientos, y para eso está el arte, para interpelarnos, para conmovernos», señala.
Con su papel co protagónica en Patrón, expone que «las cosas se van hilando en la vida».
«El director que me vio en María Soledad me llamo para Patrón. […]. Iba a ser un cuento de Abelardo Castillo que me encanta, yo casi me muero, es un cuento terrible y me costó hacerlo un montón pero también habla de una mujer […] Incluso en Medea en Manhattan que la hicimos hace mucho dices ‘Dios mío, qué personaje más difícil, más profundo, más cuestionante pero son las cosas que me gustan hacer», declara.
La actriz, explana que «esas películas son las que te van marcando en la vida» y que tiene «la percepción de que te van imprimiendo a ti».
UNA FORMA DE VIDA
Así es como describe Bossi al teatro.
El teatro es mi forma de vida, yo elegí actuar como una forma de vida y es lo mas importante además hay algo que tiene de eso irrepetible, de que lo que sucede ahora no va a suceder nunca más, y a mí me recontra conmueve, esa repetición, al camarín, encontrarme con mis compañeros, vestirme, hacer la misma obra, la misma letra, y saber que eso es único y para siempre, que eso que se hizo no se va a repetir nunca más», expresa.
¿SE ES ESTRELLA O SE ES ACTRIZ?
La actriz, admite que se identifica más con los proyectos alternativos e independientes y que además no le gusta la exposición.
«Yo tengo una personalidad que es muy complicadita, no me gusta exponerme y decidí ser actriz».
Añade, que no le gusta mucho salir y que es muy introspectiva y de hecho, no le gusta estar en más de un proyecto a la vez.
«Para tener la personalidad de estrella, tienes q trabajar muchísimo, es muy duro, y te tienes que bancar un montón de cosas que no tienes ganas, yo soy muy tranquila», resume.
Bossi repunta que «no es que uno sea estrella o actriz».
«Hay actrices estrellas que no son actrices o actrices que tienen un perfil más bajo y en ese grupo me siento mas identificada por mis gustos», confiesa.
LA CULTURA PANDÉMICA Y ALEJANDRA PIZARNIK
Bassi, manifiesta un proyecto llamado Las lilas, el silencio y la noche, en el que participó recién en la cuarentena.
Ese, está dedicado a Alejandra Pizarnik, donde se seleccionó a ocho actrices para que desde su casa, leyesen los poemas de la afamada poeta, que después son editados con las voces de las artistas e imágenes de fondo.
«Alejandra Pizarnik me gusta mucho, es una poeta que da muchas imágenes, y después filmar las imágenes que nos evoque, para mí se me abrió un universo y me quedé filmando como un planito de mi casa», señala.
La iniciativa, se encuentra en Alternativa Teatral.
Valentina, narra que justo cuando comenzó la cuarentena, acababa de rodar la película, La liebre ciega, de Salvador Roselli y que no ve el momento en el que vuelva a la interpretación, «sueño que actúo», dice.
Mientras tanto, su refugio ha sido la lectura, y ver «muchas películas como espectadora».
La actriz, habla sobre su redescubrimiento de Buñuel, de quien también se leyó su autobiografía y de la Nouvelle Vague.
Cuando alguien vive por y para su vocación actoral el tener a sus maestros delante de una pantalla o una página, puede ser un auténtico placer.
Y así lo experimenta esta mujer patagónica, que siempre tuvo claro lo que quería y que desde muy joven, sin saberlo, adquirió una madurez temprana.
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