En tiempos de solistas y boom latino, ellos se han convertido en la revelación en formato banda. Cuatro músicos colombianos que se conocen desde el colegio y que han logrado construir canciones románticas ideales para acompañar tus teleseries favoritas.
Piezas como Cuando nadie ve, uno de sus mayores éxitos, demuestran la comodidad que tienen como una agrupación donde cada uno destaca en su instrumento, sin limitarse a otro, mucho menos a cantar. Sin un líder claro, Juan Pablo Isaza, Juan Pablo Villamil, Martín y Simón Vargas construyen una prolífica carrera que ya cuenta con duetos del nivel de Paulina Rubio y Juanes; además de ser nominados a los Grammy Latinos y musicalizar la tercera entrega de Mi villano favorito.
Con un reciente paso por el Festival del Huaso de Olmué, Morat se consolida con su fanaticada chilena, quienes ya tienen fecha para un nuevo encuentro con los colombianos: el próximo 27 de junio, regresan a Chile para debutar en su primer Movistar Arena. Un concierto que llega tras su primera gira, Balas perdidas, y que promete una propuesta totalmente distinta a lo que vimos en las pantallas de TVN. Nuevas canciones, sorpresas en escena y el encanto que los caracteriza, en lo que será su show más grande en Santiago.
Antes de la importante cita, nos juntamos con la banda colombiana para preguntarles sobre el camino que llevan recorrido, el estado político de su país y cómo se sienten en tiempos de streaming.
Son Morat oficialmente desde el 2015, pero desde antes ya tenían historia como banda de colegio. ¿Cómo eran esos días?
Simón: Los escenarios más importantes para nosotros son esos, los de colegio. En todas las fiestas de fin de año participamos en concursos y compusimos nuestras canciones, un ejercicio primordial para el ritmo que llevamos hoy. Tiempos en los que escuchábamos mucho a Juanes, con quien ahora tenemos una canción.
Juan Pablo Villamil: Bacilos nos inspiró un montón, de esas bandas que nos influenció para pensar “yo quiero sonar así”. Esa inspiración me parece mágica; esto de coger cosas nuevas e integrarlas a tu mundo musical. Ese recuerdo, de estar haciendo covers de Bacilos, es lo que más me gusta de esos días.
¿Cómo se ha sentido ser parte del fenómeno latino a nivel mundial?
Simón: Pareciera reciente, pero no podemos olvidar lo obvio: el español es el idioma con más países nativos, algo que cumplen pocos idiomas. Siento que con las redes sociales se hace más latente la comunidad de habla hispana.
Juan Pablo Isaza: Las colaboraciones entre latinos y anglos son algo de hace tiempo ya. ¿Te acuerdas de Alejandro Sanz con Alicia Keys? La idea del spanglish no es nueva y ya lo hacía Shakira en el 2006. Me parece que no se está descubriendo nada musicalmente. En temas de streaming y mercado anglo, descubriendo esta población activa, sí me parece que hay cambios. Más que fenómeno latino me parece que es un mercado intentando sacar provecho de una comunidad muy buena para producir música y escucharla.
En Colombia, igual que en Chile, se viven activos movimientos sociales para demandar condiciones de vida más dignas. ¿Sienten una responsabilidad política como músicos?
Simón: Creo que depende mucho, porque hay música política y otra que no toca ciertos temas. Por otro lado, está el plano personal, depende de si tú crees que es legítimo lo que se pide. En nuestro caso, sí salimos a marchar y fuimos bastante vocales al respecto. Creemos que son peticiones necesarias de parte del pueblo; más allá de la música como tal. Siempre nos va a parecer ventajoso salir y manifestarse, decir lo que se piensa.
Juan Pablo Villamil: Lo hicimos como personas, ningún artista tiene la obligación de decir algo. Nadie que vaya a un concierto nuestro espera una clase de política, no tiene sentido. Casualmente, toda la banda está de acuerdo o piensa similar sobre estos temas, pero, si tuviésemos opiniones distintas, funcionaríamos como entes y no como Morat.
Juan Pablo Isaza: Es algo que se destaca en músicos, pero no me parece que sea algo reprochable si es que no pasa.
¿Anhelan una vida más corriente? Después de todo llevan toda su juventud en esto…
Martín: Queríamos tocar, estar de gira, haciendo conciertos. Somos felices haciéndolo, pero es inevitable sentir nostalgia de no estar en casa para los cumpleaños de mamás, amigos, novias. En mi caso, no pude ir a la universidad de manera presencial, estudié online, pero es una espinita esto de pasar mis veinte conociendo gente, aprendiendo cosas. Es una por otra y, sin duda, estamos tranquilos, somos afortunados y tenemos muchos más pros que contras.
Son tiempos de solistas y cada vez vemos menos bandas como formato de proyecto musical. ¿Se sienten solos en la industria?
Simón: Sí, estamos solos como banda. Me parece que tiene que ver con ser instrumentista. Ser un grupo musical conlleva tocar instrumentos. La teoría del computador tiene algo que ver. Puedes hacer todo tú solo desde casa, pero trabajar con otros es tan chévere, es divertido hacer música entre amigos.
Martín: Fuimos muy afortunados de habernos conocido hace tanto tiempo, porque ser una banda significa pasar mucho tiempo con estas personas. Somos como hermanos, nos conocemos de toda la vida. Muchos lo intentan, pero no es tan fácil.
Juan Pablo Isaza: Es un hecho que la gente ya no consume tantos instrumentos como antes y se prefiere cantar y/o producir. Vi un documental que lo graficaba: el aumento de los equipos para DJ muestra un alza asombrosa, mientras las guitarras iban en una baja nunca antes vista. El gráfico es literalmente una cruz. Los niños cada vez piden menos guitarras y más computadores, que no está mal, pero puede ser un punto para la baja del concepto.
¿Qué tanto han cambiado desde su primer disco corta duración, Grabado en madera, y lo más reciente, Balas Perdidas?
Juan Pablo Isaza: El otro día escuché Grabado en madera y pensaba “qué malo está todo esto”, pero al mismo tiempo decía “wow, lo grabé a los 19 años, sin saber nada de nada”.
Simón: Ahora tenemos la perspectiva para notar cosas que antes se nos pasaban en los conciertos, en entrevistas, en el estudio. Rescataría el gran aprendizaje que he tenido como músico y persona.
Martín: Nos damos cuenta que somos una banda, instrumentistas. El tiempo nos ha hecho ver que Morat es una banda muy versátil, que podemos hacer mucha música sin encasillarnos en un estilo. Tenemos mucho campo para experimentar y esa visión es un gran crecimiento.
Juan Pablo Isaza: Esa versatilidad nos permite no ser esclavos de nuestros hits. Nadie es más esclavo de su música que Luis Fonsi con Despacito o Karol G con Tusa, y eso es viable sólo si amas lo que haces. Hay un gran dilema entre hacer lo que quieres y el estar listo para hacerlo. Es una lucha contra la esclavitud del mainstream. Por suerte, nos gusta lo que creamos, queremos hacer lo que nos gusta y, si no pega tanto, no pasa nada.
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