Espectáculos

Carla Larrea, una guerrera que aprendió a vivir con un tumor cerebral

“Aprendí que a la vida a la vida hay que enfrentarla cada día. No te preocupes sino ocúpate de lo que sucede en ese instante. Vive el presente”

Nueva Mujer

La sonrisa y energía de Carla Larrea es inigualable desde las primeras horas matutinas cuando la vemos en el noticiero del canal público Ecuador TV. Su vibra es contagiosa así como su motivación en sus proyectos de competencia deportiva, también los planes de ayuda social y el fuerte impulso de emprendedores a través de su programa Más Cerca.

Todos quienes la conocen de cerca saben que Carla es una mujer resiliente, que como ella mismo dice: “le devuelvo a la vida las bendiciones que ha dado a la mía”.

Al verla en la televisión no imaginas que esta joven quiteña tuvo que enfrentar una situación muy crítica de salud. Pues un 16 de septiembre del 2016 fue internada de emergencia porque un dolor de cabeza, que venía afectándola desde meses atrás no cesaba y se hizo insoportable. Esto le sucedió cuando estaba al aire en el programa matutino Café TV.

De un rato para otro ella, se vio obligada a alejarse de los medios porque no entendía qué sucedía con su salud. Siempre fue una deportista que ha entrenado ciclismo, maratones, gimnasia olímpica, entre otras destrezas deportivas.

Recuerda que un día mientras intentó inflar la llanta de su bicicleta no tenía fuerza en su brazo derecho, empezó a ver doble y se chocaba contra los árboles. Le medicaban contra el dolor de cabeza y tras ingresar a emergencias, decidieron hacerle todos los estudios para entender el porqué de sus afectaciones.

“Mi médico de cabecera creía que era una situación de estrés, además los exámenes a los que me sometí no tenían nada positivo y hasta llegaron a pensar que se trataba de un cuadro de esclerosis múltiple. Mi dolor era tan fuerte que llegaron al punto de ponerme morfina para tolerarlo porque no desaparecía”, detalla Carla.

«Mi caso es solo uno entre otros más sorprendentes, pero me siento orgullosa porque mi actitud fue única entre el dolor y asombro de mi familia y amigos».

Finalmente un neurólogo dio el diagnóstico al que todos temían. La resonancia magnética de más de dos horas de duración detectó un hallazgo anormal en su organismo, se trataba de un tumor cerebral que se encontraba entre una arteria y los nervios ópticos, difícil de acceder por estar en medio de las estructuras vitales. “Cuando escuché entré en una etapa de negación y seguía entrenando, hacía bici y entrenaba para la vuelta al Coto. Mi caso estuvo en manos de varios consejos médicos y habían criterios divididos.

«Mientras unos me decían que solo el uso de la sala de quirófano costaba $80 mil, otros decían que me abran la cabeza con el riesgo de quedar sin vista, o sin poder caminar o cualquier otro riesgo. No sabía qué hacer pero en lo único que pensaba era en mi hijo menor que estaba chiquito, en ese entonces tenía 9 años. Felizmente el mayor ya es todo un joven de 20 años”, cuenta.

Tras varios análisis del tumor, en el IESS, su especialista le dijo que no era lo mejor abrir su cabeza para sacar el tumor, ni tampoco podían arriesgarse a una biopsia porque podía desembocar en el crecimiento del mismo. La institución de salud derivó su caso a manos de una clínica de Bogotá, con alcances tecnológicos ideales para someterle a un proceso de radiación con el fin de que el tumor disminuya.

Sin embargo, Carla estaba con una medicación sumamente fuerte que se evidenció cuando, en un día normal – mientras se bañaba- se sacó un manojo entero de su cabello y decidió raparse. En ese instante su esposo la vio y también se cortó el cabello con su pequeño hijo para apoyarla y que ella no se sienta mal.

Tras varios días se le asignó la fecha de su intervención en la clínica de Bogotá. “Cuando estaba en el quirófano vi que un médico tenía una sierra eléctrica en su mano y yo le pregunté para qué era. Me contestó que debían ponerme unos marcos metálicos y sin dormirme.  Ahí me di cuenta de la magnitud del proceso. Usaron un poco de anestesia por donde entraban los clavos y fue como taladrar mi cabeza, no pude contener mis lágrimas porque era un dolor terrible. Debía mantenerme despierta para que los médicos vean mis reacciones, si podía ver, si podía pestañear, si podía manejar mis sentidos. Además debo usar pastillas anticoagulantes”, recuerda Carla.

Posteriormente, la llevaron a una cápsula donde sentáa el calor de la radiación cerca del nervio óptico. Sacaron el marco de su cabeza tras 10 horas del procedimiento. Los efectos fueron terribles con vómitos constantes y no podía acercarse inicialmente a la gente. Hubo pérdida de memoria y cierta descoordinación en sus movimientos y manera de hablar.

Pero Carla se levantó con más fuerza. Su pequeño hijo le dijo “prométeme que vas a vivir hasta viejita mamá” y ella le dio su palabra de no decaer. Hoy en día, Carla vive con el tumor en su cabeza al que bautizó como su Amigo Félix por una canción. Se presume que se trata de un tumor benigno que felizmente no ha crecido. Ella cumpló el sueño de volver a la televisión y dice que es un reto porque se prepara con antelación para no equivocarse mientras lee las noticias.

Mi nuevo reto es dejar un legado de vida a través de mi trabajo y acciones diarias, ayudando a personas afectadas por el cáncer o víctimas de violencia. Mi ínica opción siempre fue ponerme de pie pese a los días en los que sentía morir. Piensen en que hay gente que vive con más actitud a pesar de situaciones más difíciles. Hoy sigo entrenando y tengo una dieta estricta, sin azúcar, sin trigo, etc. No permito que la gente me vea con lástima porque he sabido afrontar la vida con una actitud de guerrera”, concluye la presentadora de noticias.

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