Espectáculos

Belén Mora confiesa: “Me gustaría pisar el escenario de Viña”

Con el humor a flor de piel, la actriz y comediante Belén Mora aspira a formar parte del festival más grande de Latinoamérica

Comenzó a hacer stand-up comedy por una casualidad y, actualmente, recuerda el episodio como una anécdota. Hace ocho años, Belén Mora fue a un casting sin saber que se trataba del programa Coliseo Romano (2011), de Mega. Se presentó con una rutina improvisada, cargada de incertidumbre, y desconociendo que sería el puntapié inicial de una carrera que ha forjado en la televisión, y que la posiciona como una de las grandes exponentes del humor en Chile.

Se define como intensa, y los gestos que utiliza al hablar dejan entrever una gran determinación. A los cuatro años, le dijo a su papá que quería ser actriz y lo cumplió. Se subió a los escenarios desde pequeña y, cuando apenas comenzaba a disfrutar de su niñez, aprendió que debía ganarse las cosas.

Bajo las luces, se desplaza hablando acerca de situaciones cotidianas. No teme reírse y lanzar crudas sátiras sobre temas como la maternidad y la sexualidad. En una mezcla de palabras que, casi como una explosión de certezas, logran proyectar a cabalidad la realidad del país y, especialmente, de las mujeres chilenas.

En enero del 2019, se presentó por primera vez en el Festival del Huaso de Olmué y el cálido recibimiento se transformó en una clara muestra del éxito que ha logrado levantar en un espacio dominado por hombres y que, poco a poco, se ha ido abriendo a potentes vozarrones femeninos que cuentan su otra versión de los hechos.

Actualmente, presenta “En caída libre”, un monólogo que comenzó el 9 de marzo de este año, y que ha llevado a varias regiones del país. Belén Mora no se detiene. Y aunque tiene varios planes a corto plazo, confiesa que su mayor anhelo es conquistar el escenario de la Quinta Vergara en el Festival de Viña.

¿Por qué decidiste tomar el rumbo del humor?

Siempre fui considerada como “chistosa” en el grupo de amigos, siendo que en la escuela de Teatro hacían más drama que comedia. Siempre me tincó hacer reír. Desde chica que me encanta hacer feliz a la gente y qué manera más linda que haciéndolos reír. Así que se dio casi de manera natural entrar a la comedia.

¿Sientes que lo has logrado?

Siento que siempre se puede más, pero todos los días me propongo hacer feliz a una persona con un gesto. Es tan bonito cuando una persona está sin una risa en la cara y tú le sacas una, con un mensaje buena onda, un “tira pa’ arriba” o una talla cortita. Eso me motiva mucho. Me motiva cambiarle el estado de ánimo a la gente.

¿Qué lugar ocupa el humor en tu vida?

Importante. En mi casa, el sentido del humor está muy presente en el día a día. La ironía, el sarcasmo. Creo que el sentido del humor te ayuda a tener una vida más liviana, a tomarle el real peso a las cosas que te pasan, a no ser grave. No significa andar riéndose todo el día, significa tener un filtrito que evalúa si esto es importante o no. También te ayuda a responder con más inteligencia. A mi hijo, lo hemos criado en base a eso y ha resultado ser un niño muy inteligente emocionalmente. Cuando lo molestan, si es que ocurre, le da tres veces lo mismo porque nosotros con el Toto lo hueveamos todo el día en la casa. Lo mandamos medio blindado al mundo.

¿Crees que ahora hay más libertad para expresarse en un escenario?

Sí, absolutamente. Hay más oportunidades, tanto para el género masculino como para el femenino. Ahora, en cuanto a la mujer en la comedia, tenemos el mismo espacio que los hombres. Tenemos un escenario y hay que cuidarlo, seguir enriqueciéndolo y que cada vez se sumen más mujeres. Para mí eso es fundamental. Que no sólo ocupemos el espacio, sino que en el camino vayamos creando una red.

¿Has sentido miedo?

Siempre me pongo nerviosa. Siempre. El día que no me ponga nerviosa, no tengo que actuar más y me tengo que ir a hacer algo más seguro. Está el nerviosismo, pero no me paraliza. A mí me excita estar en un escenario, en el amplio sentido de la palabra, no en lo erótico. Siento que es mi espacio natural, mi hábitat. Yo me suelto en un escenario. Soy súper suelta en la vida, pero me suelto más todavía en el escenario, lo disfruto a concho (ríe).

¿Cuáles son tus proyectos a corto plazo?

En octubre voy a estrenar un nuevo monólogo que decidí llevar al escenario como parte de una terapia, de un trabajo de autoconocimiento y de sanación que hago. Hay un aspecto de mi vida que me gustaría que la gente conozca para que me entienda más. No quiero adelantar mucho, pero de eso se trata este nuevo material. En el verano quiero recorrer el país. Como mi objetivo es llegar al Festival de Viña, creo que el paso correcto, y lógico, es darle ruedo a esta rutina una y mil veces con distintos públicos.

¿Cuándo te gustaría estar en el Festival de Viña?

En un año más, con un trabajo ya bien adherido, bien probadito, redondito, como fue la experiencia en Olmué.

¿Cómo reaccionarías si tu rutina en Viña no tuviera una buena acogida, como ocurrió con Jani Dueñas?

Me parece que todos nos ponemos en ese escenario cada vez que hacemos stand-up. Espero que nunca me pase eso. Me pongo en su lugar y, aunque no soy amiga de ella, le tengo mucha estima y mucho respeto. Para eso, insisto, es importante hacer esta rutina todas las veces que sea necesario. Tengo que ir súper preparada física, mental y emocionalmente. Y para llegar segura, uno tiene que estar seguro de lo que va a entregar y esa seguridad te la da el oficio. Hacerlo una y otra vez. Caerte, pararte.

¿Te ha tocado enfrentarte a malas críticas o públicos difíciles?

No. Hasta el momento, no. Me ha tocado que alguien me grite una pesadez entremedio, que me diga que fui muy grosera u ordinaria, que exige que yo hable de ciertas cosas, pero eso es súper natural y va a pasar siempre. O sea, el día que yo le guste a todos, va a ser muy raro.

¿Cómo te tomas esos comentarios?

Los escucho, siempre que sean hechos desde el respeto. Tampoco se trata de ir cambiando cada vez que te critican. Uno tiene la libertad de tomar o no una crítica. Ahora, si se repite en el tiempo, hay que escuchar, pero uno también tiene que estar seguro de su pega.

Tu relación con Toto lleva bastante tiempo, ¿han pensado en casarse?

Vivimos en concubinato, en pecado (ríe). Mucha gente quiere que nos casemos, pero nosotros ya tenemos una vida armada. Estamos criando un niño maravilloso, tenemos una perra, y ya cuando uno tiene un perro el compromiso es serio. Tenemos casa, deudas, entonces, el matrimonio sería una forma de sellarlo y sí, me gustaría algún día casarme, pero no tengo ningún apuro. Me gustaría también tener más hijos, pero no. Creo que alguna vez lo conversamos, el casarnos, pero no es algo que nos quite el sueño. Como estamos, estamos súper bien.

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