Carlos jamás amó a Lady Di; al menos no como a Camila, su actual esposa. Esa es la conclusión del libro de la estadounidense Sally Bedell Smith, que revela un hecho impactante: en una carta del príncipe Felipe, donde le habría ordenado tácitamente a su hijo casarse con Diana, porque “su reputación estaba en juego”.
En el libro, llamado ‘El príncipe Carlos: Las pasiones y paradojas de una vida inverosímil’, la experta en la monarquía británica aborda el infierno en que se convirtió la relación entre el heredero de Isabell II y su famosa esposa, de quien finalmente se divorció años antes de su inesperada muerte en París.
Según contó la autora a medios ingleses, un encuentro entre Diana y la familia real en Norfolk, ocurrido en enero de 1981, provocó que el esposo de la reina decidiera redactar la carta para que su hijo mayor tomara una decisión sobre la relación, que ya era cuestionada por la sociedad británica debido al afecto que evidenciaba Carlos hacia Camila.
La existencia de este documento fue reseñado por el diario Daily Mail, a través de una entrevista a Pamela Hicks, amiga de la familia real, quien aseguró que “el príncipe nunca estuvo enamorado y que no estaba preparado psicológicamente cuando interpretó la carta de Felipe como un mensaje intimidante”.
Por ello, la unión quedó marcada por la sombra de Camila para siempre, lo que provocó en Diana el sufrimiento de desórdenes alimenticios, ansiedad y depresión. De hecho, Bedell Smith afirma en el texto que la pareja tuvo sexo hasta 1984, es decir, tres años después de su matrimonio.
Dormían en habitaciones separadas y, cuenta la escritora, en 1986 cada quien hacía su vida. Entonces Lady Di busco refugio en otros brazos: su instructor de equitación, el capitán James Hewitt; Barry Mannakee, un oficial de protección real, y Will Carling, el excapitán de rugby de Inglaterra.
La autora de varios libros sobre la vida de los integrantes de la Casa Real Británica contó que Carlos “había pensado que podría llegar a amar a Diana, al igual que el matrimonio arreglado de su abuela y el rey Jorge VI”, pero el tiempo echó por tierra esta posibilidad, sus lágrimas la noche antes del matrimonio fueron premonitorias del dolor que en ambos causaría una relación sin sustento.