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Por Carla Ingus Marín.
Dejemos el cinismo de lado y reconozcamos que, en estricto rigor, si fuera por virginidad muy pocas de nuestras congéneres podría casarse de blanco. Teniendo en cuenta eso, pongámonos en el siguiente escenario: has tenido varias parejas sexuales, entre ocasionales, estables, algunas dignas de olvidar…, y otras que quisieras por siempre recordar. Como sea, estamos hablando de un historial que bien podría denominarse «prontuario» en el caso de algunas mujeres. Seguro pensarás que resulta absolutamente innecesario abrir esos expedientes, más aún con tu pareja actual. Pero antes de dar el tema por zanjado, vale la pena preguntarse, ¿es este un pensamiento postmoderno, derivado de que el sexo es algo íntimo, o estaríamos avalando el que los hombres, enfundados en un pensamiento machista, quieran y crean (o quieran creer) que son los primeros en las vidas de sus mujeres (ojo con el adjetivo posesivo), y que eso está bien?
Lo segundo parece ser lo más razonable; basta mirar el ejemplo de algunas culturas. ¿Sabes por qué se usa vestido blanco en los matrimonios? En señal de virginidad. Las gitanas son un ejemplo perfecto. Para ellos la prueba de virginidad de una mujer es tan importante que, de no pasarla, puede ser devuelta a su familia y con ello ganarse el repudio de por vida. Y el tema no queda ahí; en la ceremonia de matrimonio está todo dispuesto para corroborar que ella nunca ha estado con otro hombre. En este caso extremo, hablar de pasado es imposible, simplemente porque tiene que ser inexistente. Pero, ¿qué pasa con las mujeres actuales? El doctor Alex Oksenberg Schorr, médico siquiatra del Centro Clínico y Docente de Sexualidad Humana (www.centrodesexualidad.cl), explica que «se ha transformado en un hecho observable el que las mujeres inician más temprano su actividad sexual, y efectivamente muchas han tenido experiencias sexuales previas a la consolidación de una pareja estable; pero los hombres no han abandonado por eso su anhelo de encontrar una compañera de vida y de armar familia con ella».
A su juicio, el pasado sexual no es un motivo por el cual la «institución matrimonial» esté en crisis. «No creo que el factor de la experiencia sexual previa juegue un rol preponderante en esto», explica.
¿Significa, entonces, que los hombres han evolucionado de manera casi imperceptible y han comprendido que ambos pueden tener un abultado historial previo, sin que esto cambie su percepción de la mujer que tiene en frente? «Yo diría que a un hombre tipo no le gustaría ser puesto en el lugar de escuchar una ‘confesión’ de su pareja en cualquier materia. Creo que preferiría delegar esa función a otros actores sociales, como un sacerdote o un terapeuta», advierte Oksenberg.
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Sincera, pero no tanto
¿Contar o no?… ¿Debemos ir a la tumba con el secreto de quiénes o cuántos encuentros sexuales hemos tenido? «No veo la necesidad de estar equipado para abordar una conversación de ese tipo a priori, salvo que algún motivo atingente al bienestar de la pareja lo ameritara. Parece más relevante sentirse capacitado para abordar una conversación sobre el acontecer de la sexualidad con la pareja vigente, herramienta de la cual muchas veces se carece, o no se le otorga el enorme valor que tiene como instrumento para resolver trabas inevitables en el fluir de un encuentro sexual pleno», dice Oksenberg, y agrega que «existe un área de intimidad individual normal que damos por sabida y deliberadamente ignorada, como son los sueños eróticos con parejas distintas y/o fantasías eróticas diurnas, que al hacerlas explícitas a través de la comunicación verbal no cumplirían función alguna, excepto despertar celos innecesarios».
¿Hasta dónde?
Lo que una debe pensar bien antes de compartir con la pareja son los detalles específicos de sus relaciones anteriores. No hay que decirlo todo. No sirve para nada, y podría traer problemas a la relación. Si es una nueva relación a lo mejor no vas a contar todo en el primer instante, pero sí debes decirle a tu pareja las cosas que podrían afectarlo a él. Y esto se puede hacer sin revelar todo, y todavía siendo honesta. Por ejemplo, es importante reconocer los riesgos sexuales que una ha tomado en el pasado, como el trabajo sexual, la experiencia sexual con otra mujer, o haber practicado el sexo sin condón aunque sea una vez solamente, ya que podría traer consecuencias para la pareja. Una puede decir que ha tomado riesgos en el pasado, que ha tenido varias parejas fuera de una relación estable, o que no siempre has tomado las precauciones adecuadas.
Pero ojo, más allá de las enfermedades o de un tema de salud, el compartir nuestro pasado también tiene que ver con un tema sicológico. Guardar detalles también puede afectar tu capacidad de tener orgasmos y/o sentir placer sexual, aunque quizás no de inmediato. Por ejemplo, el haber sido víctima de abuso sexual es algo muy crítico y que afecta muchas esferas de la vida de la mujer, por lo que siempre debiera requerir apoyo profesional para enfrentarlo con la pareja actual.
Otra recomendación: nunca hagas una comparación directa entre tu pareja actual y una anterior, ni entre la vida sexual actual y la que tuviste con otra pareja. Cuando hablamos del pasado sexual hay que tomar en cuenta los sentimientos del otro y, especialmente con los hombres, considerar que compartir demasiados detalles y/o seguir hablando de una pareja anterior, podría causar que tu pareja se sienta celosa. Ahora los hombres son mucho más flexibles en cuanto a las relaciones íntimas de sus parejas, pero igual a nadie le gusta escuchar paso a paso la experiencia sexual con otra persona o de lo bueno que era la antigua pareja. «Resulta más saludable que cada cual se haga cargo de sus pesos, pesares y necesidades confesionales. La naturaleza de la relación de pareja no se presta para ese tipo de necesidad humana; al contrario, se vulnera su esencia cuando se le carga con el triángulo de las licencias, abstinencias y penitencias. Para eso la cultura ha creado otros espacios, como el rito confesional, la sicoterapia, la amistad o la introspección reflexiva», concluye Oksenberg.