Simone Harouche fue la diseñadora del body brillante con el que apareció la cantante al inicio de su show el cual fue ampliamente criticado y no es para menos porque la verdad era terrible. Además, dejaba ver el segundo vestuario de Miley que usaría más adelante en otra canción. No se lucía para nada el diseño con los pedazos de tela nude que se dejaban entrever.
El segundo atuendo fue diseñado por Atsuko Kudo, este diseño personalmente me pareció pobre. Es cierto que el nude está de moda hace un buen rato pero hay que pensar un poco más cómo y dónde utilizarlo. El brasier le quedaba algo holgado además.
Por otra parte nos encontramos con el show. Cyrus a mi parecer ya se desligó de su pasado Disney sin embargo, pareciera que aún intenta majaderamente demostrar que ahora es una mujer y no la niña que cantaba con peluca rubia.
Me parece interesante que Miley quiera perfilarse como una artista rebelde y provocadora pero insisto que no le sale muy natural. Creo que forzar tanto la actitud finalmente la hace ver bastante ridícula. El detalle de la lengua es lo peor.
Cuando comenzó “Blurred Lines” pensé que podríamos ver el momento más jugado de la artista junto a Robin Thicke pero nuevamente me decepcionó. Cyrus no es una mala cantante, tiene una voz a la cual sacarle más partido, pero pareciera estar muy mal asesorada, porque lo último que le importa es la voz en sus shows. Su erotismo burdo mal entendido deja mucho que desear.
Creo que si desea copiar el estilo de Madonna por ejemplo debería revisar sus presentaciones y darse cuenta que la sensualidad es fundamental. No se trata solo de mover el trasero y usar poca ropa. Hay que generar atmósfera.
