Hay mujeres que son recordadas por el poder de su personalidad y su belleza, una de ellas es María Félix, mejor conocida como La Doña, quien robó la atención completa de el músico y compositor Agustín Lara.
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El nombre completo de ella es María de los Ángeles Félix Güereña , es originaria de Álamos Sonora y fue una reconocida actriz mexicana que es considerada cono la Máxima Diva del cine de oro mexicano.
Su sobrenombre, La Doña, fue puesto a partir del filme Doña Bárbara en 1943.Pero también se le conoce como María Bonita y es justo aquí donde comienza su historia al lado del músico Agustin Lara, quien como regalo de bodas le compuso un vals que lleva el mismo nombre: María Bonita.
El flechazo directo al corazón
María llegó al cine gracias a un encuentro casual con el director Fernando Palacios. Ella estaba mirando aparadores en en el Centro Histórico de la Ciudad de México entre las calles de Palma y Fco. I. Madero cuando el director la abordó preguntándole si le gustaría hacer cine. La respuesta de ella fue característica del poder de sus palabras: “¿Quién le dijo que yo quiero entrar en el cine? Si me da la gana, lo haré; pero cuando yo quiera, y será por la puerta grande” y así fue, la película que la hizo llegar al punto máximo para que su lista de éxitos llegaran en cascada fue protagonizar al lado uno de los máximos actores de esos tiempos: Jorge Negrete, la película El Peñón de las Ánimas en 1942.
Por otro lado, el compositor Agustín Lara, fallecido en 1970, fue uno de los mayores rompecorazones de México en el Siglo XX pese a no ser apuesto, llevar dentadura postiza y tener una gran cicatriz en su cara.
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Durante la grabación de esta película Agustín Lara quedó completamente enamorado de ella. Desde la primera cita con el trovador, justo cuando se estrenó la película Doña Bárbara, María se dio a la tarea de conquistar a Agustín, aunque, ciertamente, sin ninguna objeción por parte de él, a los pocos meses ya se veía a la actriz salir todas las mañanas vestida de lo más elegante de la casa del compositor en la calle de Galileo 37, en Polanco, una de las mejores zonas de la Ciudad de México.
En 1945 decidieron sellar su amor en matrimonio. Escuchar una canción escrita para ella como regalo, hizo que se consagrara internacionalmente y María Bonita se convirtiera en el nombre con que se le llegó a conocer internacionalmente, se dice que a cualquier lugar donde ella llegaba si había músicos, comenzaban a tocar su himno. María siempre le estuvo muy agradecida, en sus propias palabras, era como “un regalo eterno”
Esta es la canción que se convirtió en himno para ella: Maria Bonita
Otros de los éxitos que Agustín escribió exclusivamente para María fueron:Humo en tus ojos
Palabras de mujer
Madrid, Madrid, Madrid.
Pigmalión
La relación tuvo fin en 1947 debido a que Lara era un conquistador nato con miles de admiradoras, muchas amantes. a. La escritora Guadalupe Loaeza reconoció que Lara, autor de más de cuatrocientos temas del cancionero mexicano, “era un poco utilitario con las mujeres”, ya que éstas “se convertían en una continuidad de él. Eran inteligentes y sensibles, pero a Lara le encantaba ser pigmalión, transformarlas. Las recibía metafóricamente en bruto y él las pulía, las corregía”, enseñándolas desde moda a modales. Y precisamente esto fue lo que representó María para él, ella fue otra después de estar junto a él, su elegancia fue inminente y sus modales, los más envidiados de los tiempos.
Loaeza agrega “Era un hombre muy infiel, básicamente infiel, pero cuando estaba ahí, estaba al 100 por ciento. Cuando tenía su pareja la hacía sentir como la única mujer del mundo”, y así se sintió María, la única, la María Bonita.
La visión del músico poeta sobre el matrimonio era muy especial, “las llenaba de regalos, las amaba, les cantaba al oído, hacía el amor con ellas de una forma apasionada porque era un amante espléndido, pero a la vez podía ser muy evasivo, incluso se casaba sabiendo que ese matrimonio no contaba”, porque seguía casado con alguna otra mujer.
Se llegó a decir que a María la consideró como “sólo como trofeo que acrecentaba su hombría”.
La escena final
La verdadera causa del fin de la relación fue desconocida durante mucho tiempo pero se dice que mientras María y Agustín estaban casados, él aún no había terminado su relación con Raquel Díaz de León na bella joven tapatía de familia conservadora que terminó trabajando en la casa de citas de La Bandida, en la colonia Condesa, donde la conoció el compositor.
Agustín tenía el descaro de llevar a las dos mujeres a la casa de Polanco, y un día tras una fuerte discusión con María, mientras hacía el amor con Raquel, la reconocida actriz se presentó gritando y pidiendo que le abrieran, María con todo y tacones saltó la puerta de entrada y le suplicó al compositor ‘Por favor, Agustín, no me dejes. Perdóname, voy a obedecer en todo lo que tú me digas’”. Lara le contestó: “María, no quiero que hagas estas escenas. Levántate del piso, voy a llevarte a tu casa”.
El carácter de María, era vulnerable, pero a partir de esta ocasión nadie más le rompió el corazón y desde ese entonces ella dijo “sólo he sido una mujer con corazón de hombre” y “hay nombres que no los registra la memoria” se piensa que con especial dedicación a Lara.
El fin de sus días
María se describió a sí misma como la mexicana del mundo y se convirtió en un ícono de estilo y belleza que muchas mujeres han tratado de imitar pero jamás han logrado igualar. Y es que María Félix tenía un estilo irreverente y sofisticado por naturaleza, sólo a ella se le permitían tales extravagancias como decir “no es suficiente ser bonita hay que aprenderlo a serlo”
Otra de sus grandes frases fue “nosotras las mujeres somos un medio de expresión. Por ejemplo el cabello sobre el ojo nos da un aire picaresco. ¿Y no es cierto que una negra cabellera ayuda a la mujer para mejor expresar su altivez?”. Su carácter era demasiado fuerte y altivo pero la admiración que se le tenía era tan grande que todo se le perdonaba.
La vida de María continuó y llegó a consagrarse como actriz de Hollywood, llegando a hacer un total de 47 películas, sus actuaciones eran tan buenas y su carácter era tan especial que ella misma se daba el lujo de escoger a los actores que quería junto a ella. María abandonó las pantallas en 1970, pero se dedicó a la vida pública y a una de sus más grandes pasiones: los caballos.
El escritor Carlos Monsiváis la describió como “una sucesión de atavíos, ‘close-ups’, actitudes y frases memorables”
María Félix murió, cuando dormía, aproximadamente a la 1:00 am. hora de Ciudad de México, pero hasta las 10:00 de la mañana del 8 de abril de 2002 se descubrió el cuerpo sin vida su cuerpo fue transportado de su residencia al majestuoso Palacio de Bellas Artes.