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Eddie Munson, de ‘Stranger Things’, existió en la vida real y su caso es demasiado triste

Las etiquetas, los estereotipos, los juicios y la injusticia que vivió Damien las representa Eddie

Nuevos personajes en la cuarta temporada de Stranger Things han contribuido al misterio que se encierra en la trama. El que más llamó la atención fue el de Eddie Munson, interpretado por Joseph Quinn.

Durante los inicios de la cuarta temporada, el rol de Eddie parecía bastante secundario y solo se limitaba a compartir algunas secuencias con Mike y Dustin como miembros del club de juego Hellfire.

Pero las cosas se complicaron y Eddie, el joven metalero y apasionado del juego de rol Dungeons & Dragons (Calabozos y Dragones, en español), pasó a ser el testigo del cruel asesinato de Chrissy Cunningham.

A Chrissy la persigue Vecna y eso la hace tener alucinaciones. En un intento por encontrar algo para calmarse, la porrista comienza a tener contacto con Eddie para conseguir algo de drogas que la ayuden a sentirse más tranquila, por lo que una noche va al remolque donde el joven vive.

Ahí Vecna asesina a la joven frente a los ojos de Eddie Munson, quien huye del lugar seguro de que si la policía lo atrapa no creerán su versión.

Afortunadamente después se entera que Max, Dustin, Lucas, Steve, Robin y Nancy saben que él dice la verdad sobre lo ocurrido aquella noche.

No es un personaje de ficción es un caso real

El personaje de Eddie Munson no es ficción, los hermanos Duffer se inspiraron en la historia real de un joven que casi recibe la pena de muerte por ser sospechoso de matar a 3 niños.

Se trata del caso de Damien Echols, joven originario de Arkansas que a los 18 años y gracias a un historial de mala conducta: look “raro” y gustos diferentes a los jóvenes de su edad, se convirtió en el sospechoso perfecto del asesinato de Steve Branch, Michael Moore y Christopher Byers, tres pequeños de sólo 8 años de edad.

“Queríamos un personaje fanático del heavy metal, que jugara Dungeons & Dragons y que fuera un verdadero nerd de corazón, pero que desde el punto de vista de alguien más, pudiera decir: ‘Esta persona da miedo’”, comentaron los hermanos Duffer.

Según el portal de sopitas.com, Damien Echols nació el 11 de diciembre de 1974 bajo el nombre de Michael Wayne Hutchison y tuvo una infancia bastante complicada.

Los prejuicios lo condenaron

A los 13 años, Damien se mudó junto con su mamá a la ciudad de West Memphis, en Arkansas, donde la mujer se volvió a casar. Michael aprovechó el cambio de aires y modificó su nombre a Damien Wayne Echols, con el cual adquirió el apellido de su padrastro, Jack Echols.

Damien dejó de estudiar, era conocido por ser problemático, robaba en pequeños negocios y varias veces lo arrestó la policía local.

En varias oportunidades fue internado en un hospital psiquiátrico donde le diagnosticaron “delirios de grandeza y persecución, alucinaciones auditivas y visuales, procesos de pensamiento desordenados, falta sustancial de perspicacia y cambios de humor crónicos e incapacitantes”.

Todos los prejuicios de lo que fue víctima el joven, llevaron a acusarlo del asesinato de tres niños de ocho años, pese a que no había pruebas de que Damien haya participado en el crimen.

Lo que sucedió

Todo sucedió un 5 de mayo de 1993, cuando los pequeños desaparecieron de su vecindario en la ciudad de West Memphis, Arkansas, Estados Unidos.

Los cuerpos fueron encontrados días después en un drenaje, sin ropa y con ataduras en sus muñecas y tobillos.

Según los análisis médicos asumieron que el crimen se trataba de un ritual satánico.

La policía dirigió sus sospechas hacia Damien Echols y su amigo Charles Jason Baldwin. Ambos jóvenes fueron detenidos tras la declaración de Jessie Misskelley

Misskelley, de 16 años, fue interrogado sin supervisión alguna durante 12 horas, y aseguró que él había estado presente cuando supuestamente Damien y Charles cometieron el delito, incluso que había detenido a uno de los niños para que no se escapara, según Infobae.

La confesión de Jessie no fue del todo lógica, pues las autoridades no encontraron ADN que vinculara a los jóvenes con el homicidio.

Sin prueba alguna, la justicia inició un proceso legal en su contra y la policía aseguró que la escena del crimen había sido perfectamente limpiada, señal de que sí había sido satanismo.

Sin ADN no hay pruebas para la pena de muerte

Los tres jóvenes los presentaron ante la Suprema Corte de Arkansas en 1994 y el jurado deliberó en su contra.

Posteriormente, Jessie y Jason fueron condenados a cadena perpetua sin libertad condicional, mientras que Damien, por ser “líder del grupo satánico”, fue condenado a muerte.

Fue hasta 2007 que la investigación encontró ADN que desestimaba la participación de los jóvenes, sin embargo, en 2008 se confesó que uno de los miembros del jurado consultó el caso con un abogado y él fue quien lo convenció de culpar a los adolescentes.

Semanas antes de que se cumpliera la pena de muerte contra Damien Echols, en 2011, los tres acusados recurrieron al recurso legal Doctrina Alford, que consiste en declarar que son inocentes pero aceptando que existen evidencias suficientes para comprobar su culpabilidad frente al juez más allá de una duda razonable.

Así fue como los acusados fueron liberados de sus penas y se les concedió el perdón absoluto.

Actualmente, sigue siendo un misterio quién o quiénes fueron los responsables de aquel trágico crimen de 1993.

Damien Echols se ha dedicado a luchar arduamente para que Arkansas realice investigaciones mucho más elaboradas que les ayuden a descubrir los responsables de los crímenes.

Asimismo, se ha convertido en un reconocido escritor y participa en entrevistas y podcast para hablar sobre aquel suceso que marcó su vida.

También organiza exposiciones de arte y utiliza las redes sociales para dar a conocer sus creaciones.

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