Ecuador

Moda en elecciones: el estilo como arma política en la era de las redes

Lo que visten los políticos ya no es una elección casual: es estrategia, narrativa y mensaje.

En una era donde cada detalle comunica, el vestuario se ha convertido en una herramienta poderosa para conquistar al electorado.

Conversamos con Patricio Nieto, personal shopper y especialista en imagen, para entender cómo la política se viste con intención.

La política entra por los ojos

A lo largo de la historia, moda y poder han estado intrínsecamente ligados. Desde los trajes de Margaret Thatcher hasta las chaquetas de cuero de líderes contemporáneos, la vestimenta ha funcionado como una declaración visual.

“Hoy, el vestuario de los candidatos no solo refleja su estilo personal, sino que transmite mensajes poderosísimos”, afirma Nieto. En tiempos de campañas intensas, lo visual importa tanto como lo verbal.

Más allá de la superficie: moda como canal de comunicación

Lo que antes se consideraba superficial, hoy es estratégico. “Los colores, accesorios y texturas que usan los políticos crean una conexión emocional con el votante”, explica Nieto.

Un informe del Harvard Political Review respalda esta afirmación: el 75% de los votantes recuerda más fácilmente un mensaje si se presenta con un elemento visual llamativo. La moda ya no es banal, es discurso.

Vestirse para la era digital

En tiempos donde cada fotografía se convierte en contenido viral, cada prenda es parte del storytelling político. “Cada accesorio se convierte en narrativa”, señala el personal shopper.

Ejemplos claros: los zapatos Prada de Daniel Noboa o la flor roja de paja toquilla que Luisa González lució durante el debate presidencial.

Ambos se volvieron íconos virales, cada uno transmitiendo un mensaje claro sobre modernidad y pertenencia cultural.

Los colores que hablan por sí solos

El color es poder. No es casualidad que los candidatos elijan cuidadosamente sus paletas cromáticas. “El morado, por ejemplo, como el de ADN, transmite sabiduría, jerarquía. El celeste, que usa María José Pinto, proyecta paz y conexión con la naturaleza”, acota.

Según Colorcom, el 84.7% de los consumidores citan el color como su principal razón para comprar un producto, y en política, el candidato es el producto.

Íconos que se vuelven símbolos

Más allá del vestuario, los accesorios cobran protagonismo. Pines con la bandera nacional, gafas oscuras, sombreros típicos… todo comunica. “Luisa González usó un pin como una afirmación: ‘Estoy aquí por mi país’. Es una manera efectiva de apelar a la identidad y pertenencia nacional”, dice Nieto.

En tiempos de hipermedios, lo simbólico se vuelve viral y, con suerte, electoralmente rentable.

La marca personal del político

Cada candidato tiene su estilo distintivo. “El presidente Noboa, por ejemplo, ha convertido sus gafas en parte de su marca registrada. Transmiten dinamismo, cercanía, juventud. Son su símbolo de identidad”, cuenta el experto.

Esta coherencia estilística se alinea con una tendencia global: los líderes que cuidan su imagen son percibidos como más confiables, según un estudio de Psychology Today.

El vestuario como vehículo de ideologías

La ropa también puede reflejar posturas políticas e ideologías. Desde la elección de tejidos locales hasta el uso de prendas hechas por diseñadores nacionales, hay un mensaje de fondo: “Apoyamos lo nuestro”.

Este guiño a la moda local también genera conexión con el electorado. El Informe Global de Moda Sostenible 2023 indica que el 63% de los consumidores prefiere productos con identidad cultural.

Política, moda y futuro: una alianza que se fortalece

La política ya no se comunica solo con discursos. Se comunica con colores, texturas, y estilismos. “La imagen se ha vuelto un canal fundamental para transmitir valores y ganar credibilidad”, afirma Patricio.

En la era del scroll infinito, el atuendo puede significar la diferencia entre captar la atención o pasar desapercibido. Y en política, ser visto es el primer paso para ser elegido.

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