Isabel Navarrete, candidata a Reina de Guayaquil 2024, es un ejemplo inspirador de cómo enfrentar los miedos personales. Originaria del popular barrio Montesinaí, Isabel ha convertido su temor a hablar en público en un reto personal, demostrando que la valentía puede transformar las debilidades en fortalezas.
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A diferencia de la percepción común de que las candidatas deben tener recursos económicos para destacar en el certamen, Isabel rompe con este estereotipo al demostrar que el verdadero valor reside en el compromiso. Su participación es una declaración de que el origen y las condiciones económicas no definen el éxito en este tipo de certámenes.
Desde temprana edad, Isabel ha estado profundamente involucrada en obras sociales. Acompañada por sus padres, ha dedicado Navidad y otras fechas especiales a recoger donaciones para ayudar a quienes más lo necesitan. Esta experiencia ha formado su carácter y le ha enseñado el verdadero significado de la generosidad y la valentía, cualidades que destaca de su comunidad.
Durante las fiestas de octubre, Isabel asegura que el municipio ha tomado medidas de seguridad para proteger a los asistentes y anima a los guayaquileños y visitantes a disfrutar de las celebraciones con confianza. Con una sonrisa, comparte que su plato típico favorito es el encebollado y la guatita, y que el Malecón 2000 es su lugar preferido, ya que le trae recuerdos entrañables de su infancia.
Su proyecto: Sonrisitas de Dios
“Sonrisitas de Dios” es un faro de esperanza para niños de escasos recursos que enfrentan el cáncer. Este proyecto está diseñado para iluminar la vida de estos pequeños guerreros mediante charlas motivacionales inspiradoras y talleres que buscan aliviar las dificultades económicas de madres solteras. La misión es crear un impacto positivo y brindarles el apoyo necesario para que cada sonrisa de esos niños sea un reflejo de la esperanza y el amor que reciben.
Isabel atribuye su fortaleza y ética de trabajo a los valores inculcados por su familia, quienes le enseñaron la importancia de la puntualidad, la perseverancia y el respeto. Su historia no solo es un testimonio de superación personal, sino también un reflejo de la autenticidad y el espíritu indomable de Guayaquil.
