La violencia sigue cobrando vidas en Ecuador, convirtiendo el día a día de muchas mujeres en una lucha constante por sobrevivir.
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Un informe de la Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo (ALDEA) revela que en lo que va del año, una mujer es asesinada cada 34 horas en Ecuador.
De enero a finales de mayo, 108 mujeres han sido víctimas de femicidio, con 61 feminicidios íntimos, sexuales o familiares, 10 trans feminicidios y 31 feminicidios en sistemas criminales, la mayoría perpetrados con armas de fuego. Desde que el femicidio fue tipificado como delito en 2014, 1.775 niños y niñas han quedado en orfandad.
Además , según cifras del informe, 18 mujeres habían reportado antecedentes de violencia, tres tenían una boleta de auxilio y cuatro fueron víctimas de abuso sexual. Por otro lado, se reportaron 17 desapariciones. De estas cifras el uso de armas de fuego ocupan un porcentaje mayor. Años anteriores el uso fue del 67% y en lo que va del 2024, ALDEA ha registrado el 61%.
Recapitulando: Ecuador cerró el 2023 como uno de los países más violentos de Latinoamérica
Además, no hay que olvidar que según datos de la Fundación InSight Crime, Ecuador reportó 44,5 homicidios por cada 100.000 habitantes en el año 2023, casi duplicando la tasa de México, con 23,3 homicidios por cada 100.000 habitantes.
Este alarmante incremento ha llevado la tasa de homicidios a multiplicarse por ocho en tan solo cinco años, evidenciando una escalada de violencia sin precedentes y convirtiendo al país en uno de los más violentos de América Latina.
“Los cuerpos femeninos son vistos como botines de guerra para amenazas o revanchas de las bandas criminales”
Conversamos con Geraldina Guerra Garcés, presidenta de la Asociación Latinoamericana para el Desarrollo Alternativo (ALDEA) para entender este escenario más a fondo. Sobre este contexto, mencionó: “los sistemas criminales nos rodean en los barrios de todas las provincias del país; es decir, hay otro riesgo si eres mamá, novia, hija, sobrina o nieta de un líder de alguna banda”, dijo.
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Además, señaló que la violencia se vive en seis de cada 10 hogares del país y que según encuestas del INEC, en familias donde hay violencia, existe un 85% de probabilidades de que la próxima generación sea agresor o víctima.
“Normas y leyes hay, lo que necesitamos es que funcionen”
Ante este escenario preguntamos a Geraldina sobre las normas y leyes que tiene el país para prevenir y erradicar la violencia, a propósito de la reciente aprobación de la Ley de reparación a familiares de víctimas de femicidio que busca garantizar el derecho a la reparación integral, mediante servicios gratuitos de asistencia médica y psicológica.
Sin embargo, ante la ola de violencia e impunidad que vive el Ecuador, Geraldina criticó, pues Ecuador tiene leyes, pero no presupuesto para que estas se cumplan, dijo e instó a las autoridades a hacer que la reciente ley que ya esta en vigencia, se lleve a cabo.
Nuestra invitada en este sentido, señaló que, tras la última encuesta realizada sobre violencia, se determinó que territorios como Azuay, Zamora y Morona Santiago presentan altos índices de violencia contra mujeres, y que a pesar de ello, estos lugares, no cuentan con servicios de protección adecuados.
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¿Qué sucede con las casas de acogida?
El país cuenta con apenas 10 casas de acogida, la mitad gestionadas por la sociedad civil y la otra mitad por municipios o consejos provinciales.
La falta de estos espacios en provincias principalmente de la Amazonia y otras áreas rurales agrava la situación, dejando a muchas mujeres sin la atención especializada que necesitan para reconstruir sus vidas. “Son lugares que reciben a las mujeres que han salido de sitios donde sus vidas han estado en riesgo e intentan recuperar sus proyectos de vida,” mencionó.
¿Qué debemos hacer como sociedad civil?
“Primero, hay que quitarse la venda y hablar de la violencia,” comentó Geraldina con determinación. Y es que como comunidad, es primordial que exista un interés y que nos preguntemos qué pasa en los espacios cotidianos: en casa, en el trabajo o incluso con amigos, cómo hemos experimentado violencia ahí.
Después, debemos interesarnos en la normativa para saber cuáles son las rutas de protección y qué debemos hacer en un escenario de violencia. Luego, debemos informarnos sobre lo que sucede en las instituciones como las UPC de los barrios, por ejemplo y saber qué es el botón de pánico. Es decir, debemos interesarnos en estos temas.
La justicia tarda y en Ecuador casi nunca llega
Finalmente, y para reflexión, Geraldina nos mencionó un caso que impactó al país hace 7 años, cuando la justicia ecuatoriana dejó en libertad a Carlos Flores Santander, femicida confeso de Cristina Palacio Salema. Sucedió en la ciudad de Cuenca, el 28 de marzo y ese mismo año, el 22 de noviembre, la jueza Gina Zambrano concedió un hábeas corpus al femicida, quien estaba cumpliendo su sentencia. Sin embargo, las medidas le permitieron su libertad. Aunque se revocaron dichas medidas cautelares, Carlos jamás volvió a la cárcel y hoy, siete años después, la madre de la víctima se pregunta, “¿De qué vale tanta lucha?”.
“La inacción ante la violencia es un mensaje de impunidad,” comentó, pues así como el caso de Cristina, olvidado por la justicia ecuatoriana, cada 34 horas se suma uno más, es por ello que Geraldina desde ALDEA, así como diversos colectivos hacen un llamado a las autoridades a que busquen medidas más efectivas para combatir la violencia.
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