La futbolista ecuatoriana Tamara Angulo enmudeció a los 5.000 espectadores que coparon el estadio de Ciénaga cuando a los 14 minutos del primer tiempo anotó el gol de su selección contra la de Colombia en la final del fútbol femenino de los XVIII Juegos Bolivarianos.
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De piel morena, sus 1,68 metros de estatura y 60 kilogramos de peso a simple vista no parecieran mostrar todas las cualidades técnicas que salen a flote cada vez que toma la pelota.
Con una amplia sonrisa, que evidencia una muy bien formada dentadura, Tamara agradece a Dios por la medalla de plata alcanzada en los Bolivarianos y reconoce que Colombia merecía la presea dorada por lo mostrado durante el certamen.
El silencio en los graderíos del escenario deportivo ubicado en el municipio vecino de Santa Marta, sede principal de las justas, se prolongó durante el resto de la primera parte del partido porque la selección colombiana no pudo descifrar la estrategia y especialmente los embates de Tamara, siempre una amenaza para la portería local.
«Aquí vinimos a divertirnos y eso fue lo que terminamos haciendo. Con el gol las asustamos un poco en el primer tiempo y ellas se sentían muy presionadas por la barra, porque tenían el deber y la obligación de quedar campeonas en su cancha», declaró a Efe la guayaquileña, además la de más experiencia en el equipo ecuatoriano.
Angulo tiene 19 años de edad y se desempeña como defensa central. Ha sido parte de torneos sudamericanos y bolivarianos. Ella se considera muy constante y responsable. Es por eso que quiere ser el ejemplo del equipo comprendido por jugadoras de entre 13 y 19 años. Para eso afirma que sigue las instrucciones de su entrenadora como el descansar ocho horas y evitar el uso del celular durante la preparación.
Quienes ven a Tamara se sienten en confianza, especialmente sus compañeras y amigas, que se nutren de sus enseñanzas y habilidades cuando se trata de estar en la cancha. Ella sueña con participar en un Mundial y también en ser la entrenadora de la Universidad Estatal de Guayaquil, donde irá al segundo semestre.
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Tanto profesores como compañeros la han apoyado cuando debe ausentarse por las convocatorias de la selección además ella no quiere dejar de estudiar y quiere culminar su carrera, algo en lo que su madre, Cruz Angulo, la impulsa .
Tamara está muy motivada y recuerda cuando pudo ser parte del equipo tricolor luego de que su juego fue observado en la Federación Deportiva del Guayas durante los Juegos Nacionales del 2012. Ahora se reúne con futbolistas de varias localidades para mejorar y perfeccionar su técnica con miras al Sudamericano Femenino Sub-20, cuya sede será en Ecuador.