Trasplantar esporádicamente tus plantas es algo que debes realizar para fortalecer y mejorar su crecimiento. Aunque parece un proceso sencillo, no lo es. Se deben tener muchos cuidados y hasta acertar en la maceta en donde se colocará.
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Ahora, debes recordar que el trasplante es un proceso que resulta siempre difícil para ciertos tipos de plantas y, por ello, siempre se debe realizar con cuidado y con los conocimientos y materiales adecuados.
Una planta sacada de su hábitat natural y colocada en otro espacio puede acarrear problemas. El más común es la falta de adaptación al nuevo ambiente con lo que se corre el riesgo de que se seque y muera.
¿Cuándo cambiar la planta de maceta?
Los expertos en jardinería aseguran que el momento ideal para trasplantar una planta es cuando la misma comienza su época de floración o de crecimiento.
Otras recomendaciones son las siguientes:
– No hacerlo en temporada de mucho frío por el riesgo de mayor debilitamiento de la planta, en especial, de sus raíces.
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– Otra opción más fiable es informarte y documentarte sobre cuáles son los ciclos concretos de la planta que vas a mover para que no corras el riesgo de que se dañe o muera.
– Con relación a la hora del día, es mejor realizar el trasplante siempre lejos de las horas de sol para evitar que las hojas de la planta se queme o dañe por la fuerte exposición de la luz solar. Lo ideal es hacerlo en un día nuboso o al anochecer.
– La mayoría de las plantas deben trasplantarse cada año, pero algunas de crecimiento más lento pueden necesitar hasta 2 o 3 años para requerir un nuevo trasplante.
Consejos para hacer un trasplante
– Debes tener a mano las herramientas básicas de jardinería: tijeras de poda y una pala esterilizada. Guantes por si la planta que vas a trasplantar es del tipo de las “espinosas”, como el caso de los cactus.
– Antes de retirar la planta de su maceta, revisa primero sus hojas y tallos y retira aquellos que estén secos o en mal estado.
– Elige la maceta ideal y que tendrá como destino final. La maceta debe prepararse con un sustrato y abono adecuado. También debe tener agujeros en su fondo para garantizar un óptimo drenaje.
– Extrae la planta con sumo cuidado y delicadeza. Puedes ayudarte girando la maceta y dando leves golpes en sus costados, o incluso ponerla boca abajo y golpear con cuidado el borde. Ten cuidado de manipular las raíces y de no maltratarlas.
– Afloja las raíces si están muy enredadas o compactadas. Desenredar las raíces ayudará a la planta a absorber mejor los nutrientes en su nuevo espacio físico.
– Coloca la planta en su nueva maceta y cúbrela de sustrato y abono hasta dejar sus raíces enterradas por completo. Riégala ahora para humedecer la tierra y dar a la planta el agua que necesita.
– Deja la planta unos dos o tres días en una zona luminosa, pero en la que no reciba directamente la luz solar. Vigila que no existan variaciones bruscas en la humedad, el tipo de sustrato o la cantidad de luz que recibe.
– Después de un trasplante comienza el proceso de adaptación. Debes vigilar con atención la respuesta de la planta a su nuevo ambiente.
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